lunes, 8 de mayo de 2023

El bosque.




Caminaba por un bosque, la luz que perseguía por momentos se quedaba parada hasta que estaba a punto de cogerla. Llegar hasta ella era su objetivo, pero cuando sus manos estaban a punto de tocarla su velocidad se incrementaba y se difuminaba en la distancia. Su pelo moreno estaba cubierto de sudor. De su aliento se desprendía un vaho caliente que  se transformaba al contacto con el aire en hielo. El bosque por el que corría estaba oscuro, lleno de bestias peligrosas. Los quejidos de los osos resonaban en una cueva cercana, era su época de apareamiento, estaban especialmente agresivos por la aparición de otros machos. Seguía corriendo, la antorcha que llevaba le impedía ver a los lados, de pronto escuchó un tremendo chasquido a su lado, notó unas garras penetrantes en sus costillas.

Se despertó entre gritos, se tocó el pecho, en la mitad de su tórax notó las toscas cicatrices que tenía. Su espíritu se había salvado por poco, la vida de su corazón había resurgido, pero los dioses siempre mostraban sorpresas que podrían no ser agradables. En la oscuridad de su habitación sus ojos estaban ansiosos, tardaba un tiempo en volver, todavía pensaba que era posible que otra vez fuera asaltada en el bosque. Toco el pecho desnudo de su marido. Su cuerpo se relajó y descartó levantarse, su sola presencia le hacia mantener la serenidad. Todavía le hacia sonreír recordar el día que lo había conocido. Ella era una chica nueva en un nuevo mundo, le pusieron a su lado. En aquel momento solo vio una sonrisa bonita con un hoyuelo al lado derecho. Su segunda reacción al verle fue un calor en su interior.  Esa misma semana le dijo que si quedaban a tomar el té en una destartalada tetería, en una bella plazuela. Su primer beso fue esa misma noche, no sabía si la teína le había predispuesto, pero su corazón pedía más y su cabeza le decía mantener la calma. En su primera discusión su corazón quedo herido, nunca pensó que podía sentir toda esa desazón de golpe, tanto dolor, tanta contrición y tanto amor a la vez. Podría ser, se estaba enamorando, solo hacia dos semanas que se estaban conociendo. Habían sido sentimientos prohibidos para ella, no por que su corazón no estuviera abierto para el amor sino porque nunca había sido todavía bendecida con ese don en su máxima expresión. 

Muchas veces sentía miedo, sobre todo cuando sus monstruos nocturnos la acechaban, había luchado y muchas otras veces había perdido. Sin querer cuando la noche era silenciosa, se ponía en tensión, los malvados nervios no la dejaban dormir. Inconsciente ponía la mano encima de él y se fijaba en su respiración, ella tenia las sensaciones de que su corazón no podría separarse nunca de él. Ellos eran medias almas que bagaban por el mundo con la necesidad imperiosa de juntarse, desde el primer día que se vieron sus corazones se estrangularon en un éxtasis que muy pocos de sus iguales habían sentido. El era guapo, intrépido e inteligente, pero tenia rasgos oscuros, un fuerte carácter difícil de moldear. Su alma fue esculpida en piedra pero en vez de que el escultor tuviera un cincel fino había sido cincelado a martillo, con una rudeza que había socavado partes de la piedra. Su lucha con la piedra era una ardua lucha con sus monstruos interiores. Ella sabia lo que le hacia falta, cuando el sacaba su frustración ella le besaba los ojos, le daba cientos de besos por todo su cuerpo. Él se calmaba, se sentía querido, se apaciguaba, así ella fue moldeando con suma paciencia la piedra que tenía a su alrededor y la fue transformando con amor y cariño en una escultura de Miguel Ángel.

Otra vez estaba en el bosque, alguien gritaba, su sonido era profundo, salía de lo más lejano de su garganta, corrió hacia la voz. No podía ser, pensó, el sonido era... pero no podía ser. Era su amor, la necesitaba pero no llegaba donde él estaba, estaba torpe, sus pies se intercalaban, se sentía abrumada, no era capaz de avanzar, torpedeaba sus propios pensamientos, sus sensaciones eran ambiguas. Sabía que si no iba él moriría, pero era consciente de que si ella se aproximaba también moriría. La inactividad no era solución, la madre tierra les había bendecido, se arriesgaría, mejor morir de amor que morir de soledad. El agua estaba roja, había muchísima sangre, se arrastró hacia allí y vio que estaba debajo, lo sacó como pudo y lo llevo a la orilla. No respiraba, le hizo el boca a boca, al solo contacto de su boca él despertó y se besaron con pasión, con la ansiedad que tienen los amantes. Le habían concedido el don, no existía sentimiento más fuerte que la consciencia de un inminente final. Esos gestos nunca quedaron sin recompensa en la historia de la humanidad, siempre se bendijo el amor como muestra suprema de superioridad moral.

Ella era Ayla y él era Jondalar.

“No hay cosa más fuerte que el verdadero amor.” Séneca.

domingo, 11 de diciembre de 2022

El cuentacuentos.

La caza del bisonte. (George Catlin)


Todo en su ser era una concentración mística con la que esperaba que todo llegara a un movimiento cerrado que daba lugar a un círculo. Eso les generaba una energía positiva, enfocada en mejorar lo cambiante, sincronizar la perfección para llegar a lo que estaba impuesto por los espíritus. Ellos estaban siempre detrás de todo. El primer camino del alma al entrar en sus cuerpos era a través de la coronilla, cuando morían salían de la misma manera pero al sentido contrario, sus casas siempre estaban orientadas al este, entraban en el camino para seguir creciendo, esa dirección era sagrada. 

Antes de dormir el viejo desdentado contaba historias, esa era ahora su misión, muchas eran del poder de los espíritus, otras muchas de la caza de los animales, del respeto y sobre todo del delicado equilibrio que conllevaba sesgar la vida de otro ser. Muchos de los que escuchaban eran más jóvenes que algunos de sus nietos, era la manera más fácil de sentirse de la comunidad, un proceso endogámico que les hacia más fuertes, el individuo aislado era débil, solo su familia podía educarlo. La hoguera admitía a todos, él intentaba que todos los que pasaban por allí se sintieran guiados, que sus palabras enviaran el mensaje correcto. Su abuela se lo decía muchas veces: - Mecha corta. Del viejo el consejo.- Pensaba mucho sobre ello, sobre la fragilidad de la vida, del poder de persuasión que tendrían sus palabras, sobre el valor de desechar principios que se habían tatuado con la fuerza del amor. Su lucha interna le hacía plantearse diferentes dilemas no quería ser un simple cuenta historias. Se dio cuenta tiempo atrás que las arrugas en la cara no daban sabiduría. El viejo había sido joven, aunque ya ni lo recordaba, muchos decían que el comienzo de la sabiduría era la certeza de tener conciencia del pasado y tener la suficiente autocrítica para dejar la terquedad atrás. Había pensado mucho sobre eso, la meditación necesitaba observación y tiempo, paradójicamente se había dado cuenta que no tenía porque ser así, sobre todo lo que él había vislumbrado es que era necesario que se tuvieran experiencias e inteligencia para interpretar la vida. Al final todo llegaba con tristeza, las enseñanzas  normalmente vienen con dolor. Habían pasado cincuenta años y todavía recordaba con viveza como su primo en una cacería se fue antes de la llegada del alba. Se creía un hombre, su lanza y sus flechas estaban al lado de su cuerpo cuando lo encontraron estaba destrozado por el bisonte, él era el verdadero rey de la llanura. Días enteros se pasó llorando, recordándole. El viejo lo sabía, algún día harían sus círculos, la protección de los padres no podía ser eterna, los polluelos tenían que volar.
El cuentacuentos sabía empíricamente que cualquier cosa que dijera caería en saco roto, los jovenes solo podían ser enseñados con su propia experimentación, pero aunque eso fuera así él no cesaba en su intento de proporcionarles otro punto de vista. En las historias siempre hacía hincapié en la valentía, pero esa valentía en muchos casos según su experiencia no era suficiente para definir los peligros reales de la agresividad desmedida que se producía cuando se era joven. El viejo se quedo mirando a los arboles, venían vientos de cambio donde muchos compañeros desaparecían. Hoy no era el día para contar posibles historias de terror, solo había que centrarse en el presente. Pensó en contar su historia de amor, el viejo sonrió pensando en lo guapa que estaba su mujer. Esa instantánea se había grabado en su mente, recordó con una sonrisa aquella lluviosa noche, su mundo se volvió de colores, estaba hermosa. Sus coletas a los lados, los ojos de color de la hojarasca, sus dientes blancos y sus carnes prietas. Sin embargo por un momento también pensó en su partida y prefirió evitar ese pensamiento, no quería llorar, no quería que los más jóvenes vieran su fragilidad. Los sentimientos que su corazón albergaba todavía estaban llenos de espirituosa voluntad, de pasión incontrolable, pero como ya le había pasado a muchos ancianos antes que a él, su cuerpo era un despojo, cada segundo que pasaba algo moría. Se secó las lágrimas con la mano cuarteada por la sequedad de su piel, miro al horizonte, el sol estaba muriendo para renacer otra mañana.
Se sentó y empezó a cavilar, cual seria su próximo movimiento, el viejo seguía en silencio, pensaba en todas las cosas que estaban por venir. Su cuello lleno de arrugas no paraba de temblar, un antiguo tic le hacia parecer más frágil de lo que realmente era. Este era su momento, el momento de transgredir con la palabra la mente de su público.  Con una voz entrecortada el viejo empezó a relatar. 

-Una tarde mi cuñado y yo buscábamos rastros de Bisontes, en circunstancias normales en aquella época del año deberían estar pastando cerca de la montaña, llevábamos varios días siguiendo rastros, poniendo el oido en el suelo para escuchar a los cientos de miles de animales que buscaban comida, después de avistar a varios grupos, recorrimos varias leguas. Hacía algunos días que habíamos ayunado, los curanderos habían llamado a los espíritus, era el momento propicio para que lo hiciéramos. Eramos jóvenes y nos separamos del grupo, mi padre sonrió cuando le dijimos que nos íbamos solos, el sabía mi deseo, tenia que demostrar mi fuerza ante el dios de la llanura, el bisonte. Mis piernas eran delgadas y ágiles, solo nos faltaban las alas para parecer pájaros, de una patada al suelo volaba, el impulso de mi pierna era tan fuerte que me hacia saltar por encima de los árboles.- Se escucharon risas, el viejo había conseguido lo que quería, por las risas sabía que la historia cuajaba, la gente estaba atenta. Prosiguió poniendo una voz más baja a la par de interesante, la voz rozaba el susurro, era una táctica que había pulido con el tiempo. Continuo sin prisa como el viento barre la pradera en septiembre.

-Nuestra vida siempre esta marcada por el número cuatro, cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales, nosotros los Navajos vinimos del este, por eso todas nuestras casas están ubicadas hacia ese lugar. Tenemos cuatro plantas sagradas, tenemos cuatro montañas sagradas, hay cuatro grados de la existencia de la niñez a la vejez. Cuando vimos los primeros bisontes, ese número se repitió, eran cuatro bisontes imponentes, grandes como pequeñas colinas, fue un augurio que me hizo sonreír, sabía que podríamos con ello.
En la silenciosa pradera escuchamos a otras personas, nos ocultamos, no por miedo, éramos verdaderos guerreros, sin embargo no éramos tontos la desigualdad en la batalla seria una muerte segura. Por sus vestimentas nos dimos cuenta de que eran Lipanes que estaban cazando, nos quedamos en la retaguardia en contra del aire para no ser vistos. Uno de ellos el que tenia la cara pintada, llevaba su arco totalmente tensado y las flechas en posición de disparar, en su espalda llevaba un  carcaj que iba desde su hombro derecho pasando por su costado izquierdo, tendría más de treinta flechas. En el ambiente se notaba la fuerza de los espíritus, la energía que sentía era sublime, todos su cuerpo estaba tenso, el cuerpo brillaba porque el sol le hacia sudar.  Su tez morena estaba pintada y  su cara no mostraba ningún sentimiento. Caminaba entre los arbustos y en la lejanía a unos cuantos cientos de metros vimos lo que él estaba viendo, un increíble venado, tenia más puntas de las que podía contar. El macho se movió, notaba algo raro en el ambiente, abrió tan fuerte el arco que mi corazón se puso a mil, pensé que se iba a romper. El arco se flexionó al máximo y la flecha salió con tal velocidad que atravesó el corazón de ese magnífico animal. Lo que vieron mis ojos me impresionó por largo tiempo, corrieron rápidamente y le realizaron algún tipo de ritual. Nos miramos, mi cuñado y yo nunca habíamos visto nada igual pero sabíamos y entendimos que daban las gracias a la madre tierra y al animal por dar su vida, que daría de comer a toda su familia. Lo  despellejaron rápido con una habilidad inusitada, sus manos eran ágiles, fuertes y seguras. Estábamos tan interesados en el animal que no nos dimos cuenta de que todas sus bocas estaban llenas de sangre del venado, sus labios estaban rojos y el líquido bajaba por el cuello. Muchos días se agolparon en nuestra mente esas imágenes y nos preguntamos más de mil veces porque hacían eso. Al tiempo mi padre me contó que era una costumbre arraigada en nuestra tribu, pero a mi abuelo se le había presentado en un sueño un gran bisonte dorado y brillante, el cual sin pronunciar palabra le hizo entender que dejara de hacerlo y que le empezarían a pasar cosas buenas a él y a su familia. Comiendo al venado recién cogido su fuerza mejoraba, con ellos cerraban el ciclo de ayuno con el cual habían empezado la caza, daban gracias a los espíritus. Ellos les habían dejado ser cazadores. Desde ese momento cuando veía a Lipanes les llamaba los hombres lobo, sus caras teñidas de rojo me recordaban al lobo cuando sacaba la cabeza de su presa. Nos quedamos allí mirando sin saber, se fueron sin hacer ruido, hablando y cantando en susurros, agradeciendo a los espíritus del bosque.-

El viejo se quedo callado, había hablado bastante, sentía su boca seca. Hacia tiempo que su única comida era pasta de maíz, sus encías no podían masticar nada, la carne había quedado para los jóvenes. Era la época del bisonte, aquellos niños pronto se harían hombres  y el círculo volvería a su punto de partida. Todavía tenia que decir más, querría expresar la soledad del guerrero, la adrenalina que se sentía cuando los animales corrían hacia uno, el miedo a ser arrollado. Tosió con fuerza, aclaro su garganta y siguió con su relato.


-Después de la experiencia que habíamos pasado mi cuñado recordó nuestra misión, de la aducción volví a la alteración de la caza, seguimos el sendero natural de la colina y allí estaban. Tensamos el arco y un gran bisonte callo al suelo cuando la flecha se hincó en su corazón. Quitamos sus pieles y las preparamos para que se conservaran.  Se hizo la noche y fuimos en busca de mi padre y de toda nuestra gente.- El viejo se arrascó la cabeza pensativo y continuó con su relato.

-Mientras tanto en nuestro campamento las estrellas se estaban poniendo, en poco tiempo el cielo ya estaría cubierto, el atardecer se habría paso hacia la noche sin luna. Una gran hoguera estaba fuera a la derecha del “hogan” donde vivía el jefe de la tribu con su mujer. Eran unos cincuenta hombres, la mayoría familias que se habían unido cuando varios grupos habían sido desechos, eran nómadas, vivían de aquí para allá. La caza representaba la mayor fuente de su alimento. El fuego se estaba asfixiando, la madera estaba casi agotada y el humo se tornó más negro. El jefe miraba las estrellas, pensaba en la captura de un gran bisonte, con el que poder alimentarse, vestirse, hacer cuerdas y de más utensilios. Se dijo entre dientes: —¡Lo necesitamos! Sin él las noches serán duras en invierno. Mi tío abuelo nos estaba esperando, su hermano había partido hacía algunas lunas, ese año los espíritus no estaban con ellos, estaban a punto de marcharse todos los bisontes.  La idea le traumatizaba, sabía lo que era no tener caza, sabia lo que era penar, una estrella fugaz iluminó por un instante el camino por donde los animales caminaban, escuchó gritos. El viejo jefe sonrió, sabia que su suerte iba a cambiar.  Toda la noche tuvo un duerme vela intranquilo, era consciente de un cambio. Recordó como su suegro había tenido ese mismo presagio, cuando vino aquel indio que se enamoró perdidamente de su hija, la tranquilidad con la que le planteo el problema. Como sacó la pipa y fumaron por horas con solo el humo y el contacto de sus ojos por compañía. Sabia que era el elegido para su hija, certezas que solo en el momento de ser sucedidas sabes. Esa noche su suegro adoptó a un nuevo hijo. Se despertó en la penumbra de la noche, solo un vivo color rojo daba luz afuera, aguzó el oido y el ruido de los centinelas lo alarmó, el ímpetu que dan los nervios lo puso en tensión, entre las sombras vio al cuñado de su sobrino. Estaba magullado y engrandecido, confiado en su misión. Antes de que hablara el jefe mi cuñado le dijo con gran respeto.- Jefe, me manda Hastiin, mi cuñado. Ha conseguido el mayor macho de bisonte que jamas se haya visto. Es el momento de ir corriendo para coger la carne y las pieles.- Mi tío no contestó, se tomó su tiempo y fumó una pipa de tabaco. Cuando compartió su pipa con él. Le dijo: -Por supuesto llevaremos a los más grandes rastreadores y mañana por la mañana estarán aquí con todo el bisonte. El recibimiento fue triunfal, las hogueras se encendieron, las bocas se empezaron hacer agua. Toda la tribu tenia una sonrisa. Las mujeres se preparaban para hacer "pemmican", mi madre tenia la receta más apreciada por todos sus vecinos. Todos cortábamos la carne en tiras, mi mamá lo aliñaba con bayas, cacahuetes y grasa normalmente de la joroba del bisonte y se conservaba en la piel del propio animal, ahora que no tengo dientes la valoro mucho más.- El viejo rio con ganas de su propia gracia, se seco las lágrimas de los ojos y continuo alzando sus palabras.
-El gran jefe deseaba con todo su corazón algo de hígado crudo, su parte favorita. El chamán les miró con cara divertida, sabia que los espíritus otro año más estaban con ellos. El silencio se extendió por todo el valle, hasta los pájaros por respeto se callaron, el chamán gritó con una voz fuerte y grave, su sonido retumbó por toda la aldea: "Agradecemos a las plantas y animales que han dado su ser para que podamos disfrutar de esta comida juntos. Agradezcamos a la familia y los amigos que han venido a compartir".
El viejo se levantó, la gente se había quedado sin palabras, muchos de ellos todavía no habían visto a un bisonte. Pensó por unos instantes como podría proseguir y entonces dijo:
-Al final todo en nuestro ser es una concentración mística, sabemos que la llegada de un movimiento lleva a un sitio cerrado, que da lugar a un círculo, se genera una energía positiva enfocada en mejorar lo cambiante, sincronizando la perfección para llegar a lo que está impuesto por los espíritus que siempre están detrás de todo. Nuestro alma al entrar en nuestro cuerpo entra en él por nuestra coronilla y cuando morimos sale de la misma manera pero al sentido contrario. Por eso nunca entramos a nuestras casas al contrario, entramos en el camino para seguir creciendo.  Crecer era todo, en lo espiritual, militar y emocional. Todo era crecer.- El viejo quedó callado, estaba extenuado, había dicho el último párrafo sin respirar y se sentía sin fuelle pero feliz.

domingo, 14 de febrero de 2021

Doce años sin descanso.


Distraídos sus ojos se fijaron en los de ella, su tiempo se paró, se quedaron abducidos, estaban pasando los momentos más hermosos de su vida. Inconscientemente, sin querer, el mundo eran ellos. Ella era delicada flor invernal, que temerosa aunque valiente florecía en el temporal. Él era un volcán inactivo latente, el magma había maltrecho su mundo por años, pero deseaba apaciguarse con Vulcano y que sus laderas engendraran vida. No lo sabían todavía, a lo mejor nunca lo sabrían. Los años habían pasado con alocada rapidez. El amor había resplandecido, había surgido con duda, con miedo, despacio, reposado con encendida y con alocada pasión. No entendían lo que les ocurría, todavía hoy no entendían por que se amaban con la misma pasión que hace doce años, no sabían que juntos son perfectos. Estimulado con mimo por cupido fue regalando flechas de amor, con el consciente manejo de los momentos y con inexistentes pausas se fueron enamorando, mientras se conocían exploraron con avidez sus cuerpos. Los primeros meses fueron un choque de trenes, una explosión de sensaciones, una locura llamada deseo, cientos de momentos, sueños, fracasos, anhelos, vivencias que se fueron convirtiendo en una vida. La llama incandescente que encendía sus antorchas no había parado de brillar, los años eran ninguno, ninguno de los años fueron muchos. Los dolores descritos habían sido esclarecedores, al abrir sus emociones se descubrieron, la vida les daba una oportunidad de reencontrarse. Corrieron temerosos a confesarse los más denostados secretos, sus  errores, vulnerabilidades, las más inconfesables verdades. Solo así llegaron al conocimiento de sus espíritus, así cumplieron los más bellos anhelos. Hacía siglos que no veía tal esplendor de belleza, se había difuminado con individualismo y egocentrismo despiadado. 

 
Omnipresente observaba, me admiraba de aquella quimera que fue descrita por Cibeles y que oculta entre miles de uniones me fue expuesta en esa extraña pareja. Así fueron capaces de entender, de volver a renacer, de comprender que vivían en un presente infinito y que ellos podían moldearse, cambiarse, querían ser más valientes, menos rencorosos, dejar su empírico egoísmo, simplemente querían ser mejores. Quizá nunca sabrían que eran almas gemelas, que habían sido separadas al crearse. Excepcionalmente los dioses daban su beneplácito para renacer otra vez en un solo ser. Esas dos almas inconscientemente se buscaban por la eternidad sin descanso, una inercia ancestral que las guiaba a su principio, crear uno solo, un súper ser, una unidad indestructible. Una figura mágica que ningún ser entendía, para comprender y bendecir lo inexplicable debías ver mucho mas allá de una excepcional complejidad.


Se les facilitó el camino de lo místico, descubrieron un mundo superlativo que estaba al alcance de los que siguen amando a pesar de todo. Su idoneidad era mágica, a pesar de los desencuentros que tenían. Me sobrecogía la fragilidad del alma del hombre y a su vez su fortaleza intrínseca. La inamovible visión que algunos de ellos tenían siempre me dejaba anonadada. En muchos la portentosa clarividencia de la realidad, en otros la necesidad de encajar les cargaba de una cobardía endémica. En una minoría la valentía de evaluar diferentes circunstancias primando su individualidad los hacía indomables. Estos seres únicos seguían con formidable perseverancia, cambiaban, se preguntaban hasta las cosas más nimias, su guía era el amor, la unión que tenían imponía que nunca debían rendirse. No sabían que su cariño proporcionaba una invencibilidad que uno solo no tenía, estaba impuesta por la voluntad de unos muchos, con el beneplácito de unos pocos, en su vocabulario la lealtad era su única palabra.


Eran una conjunción abstracta en un universo informe, una inevitable, decadente y absurda anomalía. Tenían el favor de los dioses, aunque eso nunca les preocupó, siempre admiré su total despreocupación, su falta de atención a la ignominia fue una de sus más importantes virtudes, ellos no pensaban solo sentían, sus sentimientos siempre eran viscerales, estaban cercanos a lo animal, no preguntaban solo actuaban. Sus miradas se encontraban de soslayo, fugaces, tránsfugas de un mundo que no les entendía, a su vez comprometidos con el mundo que ellos habían creado y que era necesario para cambiar pequeños pedazos a su alrededor. Siempre dejaban entrever una sonrisa, el mundo donde vivían era una construcción vital de optimismo. El universo realmente se apagaba cuando reían, discutían, gritaban, todo ocurría cuando estaban juntos. El mundo estrambótico que habían creado era su mayor acierto. No se dejaban coaccionar, simplemente eran polos opuestos, norte o sur, fuego o hielo, erráticos en su ser, pero aun así, se atraían como imanes. Estaban bendecidos por una embaucadora y bonita unión de sus almas. 



“Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.”

Antoine de Saint-Exupéry




jueves, 3 de diciembre de 2020

Micro relatos a Madrid.



Primavera.


¿Qué tenéis en la boca? Todo es absurdo, os intento oler aunque a la distancia es difícil. En el raro momento en que me acarician la cabeza, un trapo no me deja ver sus caras. Paseo por el retiro, los árboles son lapiceros con flecos, todos están llenos de vida. Alguna ardilla corretea y se deja ver asustadiza, los gorriones envalentonados por unos gusanitos pelean entre ellos. Con la cola doy latigazos a los que tengo al lado. No los reconozco a primera vista, me siento insegura, no se si me sonríen o me temen. Ladro sin parar,  tengo miedo de todos esos zombis, antes la vida era mucho más fácil, todo el mundo tenía la cara descubierta. Podía ver las sonrisas cuando me miraban, cuando lamía sus manos con verdadera locura, eso ahora ya no se puede hacer, mi compañero me lo tiene prohibido, me dice: --¡No, ahora no se puede! Estoy cansada, no puedo hacer pis tranquila al lado de un árbol. No me dejan jugar con otros perros. Han sido dos meses en que los paseos se redujeron al mínimo, recordé con nostalgia los escaños de Alcalá, nos parábamos sin prisa con esa tranquilidad del que nada espera. Yo con la correa de cuero al cuello, de vez en cuando él recitaba entre dientes poemas de Madrid, ahora tristes, otras muchas veces más; alegres. Los gatos eran posibles portadores, por esa simple regla de tres también nos hicieron responsables a nosotros. ¡Estoy triste! Ya no puedo jugar con nadie. Mi socio tiene casi setenta años, ya pinta canas y tengo que cuidarlo.


Verano.


Mis crias ya están volando, con el aplomo del calor hace algunas semanas que canto menos. Desde el árbol donde estamos, veo pasar a la gente que entra según dicen al Museo del Prado. Hace un tiempo mi primo se metió por la puerta, se dio un garbeó en alguna sala, los vigilantes de sala lo perseguían con escobas, desde ese día no es el mismo. Yo lo máximo que había hecho es pellizcar a mis polluelos para que salieran del nido, pero según nos contó, vio hombres comiendo a otros hombres, no podía creer esas barbaridades. Mucho tiempo después, al poner sobre aviso a las mayores cotillas aéreas. Cuando bebía agua en La Cibeles, el palomo con mayor buche que había visto me contó. Según él, copiaban o imaginaban sobre un lienzo, esas conductas nos parecían inimaginables, nosotros éramos seres prácticos. La pintura se llamaba ¨Saturno devorando a su hijó¨






Otoño.


El ingeniero jefe ya esta abriendo las galerías para el invierno,  este año se dio bastante mal, las pipas que dejan caer los gigantes han sido bastante menores. Las bajas han sido menos cuantiosas, muchos morían por aplastamiento, miles de hormigas descomunales ya no vagabundeaban por la ciudad, echábamos de menos los retumbes en el primer sótano. Nuestra amada reina nos había planteado con desmesurada viveza que debíamos trabajar con más ahínco, seguramente nos íbamos a quedar justos para la primavera. Las cucarachas lo habían notado, eran nuestra principal fuente de proteínas. Estábamos orgullosos, nuestra más valiente alpinista había sido capaz de lograr la más difícil de nuestras metas. Las moscas siempre estaban riéndose de nosotras, siempre presumían que sus lindas patas habían subido a la copa del madroño.  Nuestro antiguo récord estaba justamente en la nariz, había estado a punto de conseguirlo, pero pereció en el intento. Muerte por asfixia, una mascarilla de un desaprensivo que la había puesto para hacerse el gracioso la había quitado la vida. Éramos un pueblo orgulloso, los reyes declararon ese día como fiesta nacional, nunca olvidaríamos esa extraordinaria hazaña, subir al madroño a través del oso, no quedaría en el olvido. No será el pico más alto pero si el más emblemático.


Invierno.


Todo el cielo esta iluminado de estrellas amarillas y rojas. El señor que nos alimenta se esta retrasando, dicen mis amigos domésticos que esta con no se que cosa y no puede respirar bien. Mis hermanos gatunos y yo lo esperábamos famélicos. Me relamo los bigotes solo de pensar en los ricos sabores, intensos, excelentes perfumes de las más sublimes delicatessen que solo un “gato” gato podía comer. Todos los días antes de las ocho de la noche, pasea estirado por “Sobrino de Botín”con bastón en mano, con parpusa en cabeza y andares patizambos, hace días que nos oculta el rostro, nos trae en un plato de papel los más exquisitos manjares. Hace muchos días que lo esperamos, cambiamos tristes nuestras costumbres y vagabundeamos por plaza España. En las noches gélidas nos aproximamos a Gran Vía, en el instante justo donde las grandes estrellas se apagan y dejan verse por el este las brillantes luces de un nuevo día. En ese impase donde la ciudad que nunca duerme se activa, nosotros intentamos rapiñar algo en los cubos de basura.  Esta ciudad es mágica, el que la conoce queda atrapada en ella.

sábado, 31 de octubre de 2020

Carta de amor de un orco a una elfa.





Melkor estaría orgulloso de sí mismo, de dotar de sentimientos a una criatura diabólica, fea, deforme, concentrando toda la maldad en su rostro. Las segundas oportunidades nunca fueron baladí, el azar no estaba entre los dones que otorgaban los dioses, revelarse no como una copia de otros, sino como otro alma en resurrección, era un acto loable que ni muchos elfos hubieran sido capaces de lograr. Envalentonado por el amor, vino a verme, lo vi en la lejanía, con una rapidez inusitada mi espada hizo su trabajo. Su cara distinguía una sonrisa, no se si sería felicidad por atreverse a salir de su sucio escondrijo. Apretada entre sus manos, próximas a su corazón, estaba aplastado un papel grueso con símbolos, con una caligrafía sucia llena de signos incoherentes. Me quedé perpleja, mire con una renaciente curiosidad. ¡Podría ser verdad! Era increíble, nunca pensé que esta clase de bestias tuviera un alfabeto.  La curiosidad me pudo y pasé largos siglos preguntando, los viejos elfos conocían el lenguaje, pero muy pocos lo entendían. Tuve que andar, salir de la tranquilidad de Rivendel, tenia que encontrar a un elfo llamado “Bartar”, había sido capturado por los Orcos, fue apresado por largos decenios, había sobrevivido milagrosamente, decían que había aprendido la lengua negra y me la podría traducir. La cara de sorpresa de “Bartar” fue mayúscula, su cara elfica se había vuelto ruda, aunque en esa rudeza había una belleza distinta que me llenó de gozo, llevar varios siglos viviendo con enanos le había trasformado. Descubrió sorprendido que los orcos podían hacer algo más que realizar daño. Empatizaba con este ser diabólico, me atraía, me dolía que le hubiera tocado pagar con la moneda más alta, le debía por lo menos averiguar que decía ese papel. Nunca imaginé su contenido. Yo, “Mirime” tengo que agradecerle todo a este ser infernal, por amor murió y amor me trajo. 


Traducción de la Carta de amor de un orco a una elfa


"Minas Tirith


Se que soy una bestia, que mi corazón es más negro que el dragón Ancalagon creado por nuestro señor Morgoth. Que mis dientes son puntiagudas sierras cortantes que desgarran y cortan todo lo que puedo comer. El hambre se adueñó de mi, rocé la locura, comer a mis propios hermanos hubiera sido la peor de las bajezas, solo los más viles de entre nosotros lo hace, por ti mi dieta son sólo insectos, refugiado en una oscura cueva, repudiado por todos, eres mi única esperanza. Aunque te parezca paradójico eres mi única e indiscutible razón de existir, si tu me lo dijeras, solo con un susurro de tu voz, yo daría mi vida por tí, mi sangre negra se estremece cuando sales por el bosque a cantar y hablar con los árboles. Con tu canto das vida, alegría y esperanza en la desazón, a todos los seres del bosque. Cuando tengo frío recuerdo tu canto y rápidamente viene a mí el calor. Lo que más me gusta de ti son tus palabras cantarinas, se las das a quien las necesita y consuelan a quien las busca. Nosotros estamos limitados, lo que dicta mi corazón no puede ser expresado, la lengua negra es arcaica, me cuesta mucho expresar lo que siento. Nuestro señor Bauglir no le dio importancia a las vicisitudes de un orco enamorado. Amas a todos los animales o plantas, en definitiva a todo, por eso me siento algo amado por ti. Que dulce ironía, que estes tan cerca de mi y a la vez estes tan lejos.


El otro dia te pusiste una flor en el cabello, se vislumbró, tu oreja puntiaguda, la carne sobresalía deliciosa. ¡Qué sorprendente similitud! Somos iguales e diferentes, tu eres hermosa, ágil, valiente, inteligente y bella, en definitiva única.  


Nunca te lo he contado, pero soy un proscrito, por un viejo camino te vi, sonreías a un honorable caballero, creo que un rey de los hombres. Yo tenía la misión de no ser visto, de observar como un buen cuervo. Abandoné todo sentido, de ser el más vivaracho de mis hermanos, me apoqué y me volví el más retraído. Solo pensaba en ti, en tus hermosos y carnosos labios, tus enormes ojos verdes eran el reflejo del lago Kheled-zâram en los hermosos y cortos atardeceres. Tu pelo largo estaba trenzado, engarzado con una sencilla cuerda. Dejé a mi regimiento, en una de las paradas en la cual protegíamos a unos cortadores de leña, me fui, sabía que ya no volvería, por que la deserción se pagaba con la muerte. No había otra manera, nadie había sido perdonado, las acciones en el mundo de los orcos siempre tienen una reacción. Apesadumbrado estaba, nunca había escuchado que ninguno de mi especie se hubiera enamorado de una elfa. Te esperé, rogando que volvieras a ver al señor de Reyes, mi paciencia fue recompensada, aquella tarde te volví a ver, vi un destello en tus ojos, me miraste directamente, fue solo un segundo. Pensé atontado que te estarías preguntando porque estaba totalmente tapado, solo mis ojos se mostraban, este disfraz me hacía pasar por humano. La calidez de tus ojos me llenó de valentía, en ese preciso momento podría haber desafiado a Gandalf o luchado por tí ante el mismísimo Hranduil rey de los elfos. Te seguí, fui tu sombra por muchas lunas, a veces tenía la impresión de que mirabas para atrás, decían que los elfos no podían ser perseguidos, que un sexto sentido los prevenía. Me descubrieron unos hombres y envalentonado por ti, no fueron rival para mi, se que no lo debería haber hecho, si te enteraras no te gustaría, pero mi naturaleza es una y no puede ser cambiada. Siempre iba a un día de ti, preguntaba a las bestias, nuestros silenciosos espías, arriesgando mi propia cabellera, cualquier pregunta incómoda podría delatarme. Cuando entramos en Rivendel, el mismo bosque pareció erizarse contra mí, lo notaba incómodo. Me imagino que era la sorprendente manera de recibir a un Uruk-hai, sabían que tenían un nuevo visitante.



Te vi bailando, el bosque de cicutas entonaba con tu pelo, tu piel contrastaba con los bellos colores de las flores, cogiste con tus manos de porcelana una flor, con tu canto segregaron un perfume que llegaba hasta donde yo estaba. Desde mi refugio te veía, la cueva más oscura, húmeda y lejana de ti. Quise gritarte, decirte algo, expresar todo el amor que llevaba dentro, pero solo hubieras escuchado un ruido nauseabundo. Me di cuenta que eso nunca ocurriría, que siempre me verías con repulsión, aunque mi alma te veía como un ángel, no podía cambiar el hecho principal, somos enemigos, antónimos creados por Belegurth, para burlarse de vuestra belleza. Era el momento de ser valiente."





P.D. Me sentí culpable, el más venerable de los orcos, por nada dio todo, su amor será bendecido por los “Valar”. Mis hijos Eruwaedhiel y Yahehtedainen al conocer su historia pensaron que debía ser contada, para que tal historia de amor nunca fuera olvidada.


Valar: Dioses del señor de los anillos.

Lengua Negra: Idioma de los orcos.

Uruk-hai: Razas de orcos.

Kheled-zāram: Hermoso lago.

Rivendel: Es la casa de Elrond, el medio elfo(union entre elfo y humano), habitada por Elfos al oeste del El bosque negro.

Melkor, Bauglir, Belegurth o Morgoth: Primer señor oscuro.

Ancalagon: Dragón negro.

Badar:Jesus en nombre elfico.

Mirime: Charlene en nombre elfico.

Eruwaedhiel: Isabella en nombre elfico.

Yahehtedainen: Alejandro en elfico.

jueves, 25 de junio de 2020

El apátrida.



Cuantas veces fantaseo con hacer desaparecer al invasor, cuantas veces la bilis le llegó de su intestino a la boca, cuantas veces se arrepintió de quedarse sentado mientras sus manos temblaban de rabia.  Aquel agosto el sol estaba en el horizonte, rozó con sus suaves dedos la metálica estructura, empuñó y tocó el gatillo. La llama de nueve milímetros retrocedió y sintió el golpeteo en sus manos, esa brusquedad hizo encender la maquiavélica idea que le hacía partícipe del daño. Esa convulsión le golpeó el corazón. El cartón con forma corporal al que apuntaba se llenó de agujeros en su pecho virtual. Sin querer, el juego se había traducido en una transformación.


El himno era su palabra, sus palabras eran su credo y su credo era su religión. Ya no había gente como él, era un idealista, un despojo del pasado, un paria del sistema, un ermitaño de sus ideas.  El todavía creía. Se crío construyendo barcos de papel, viendo coches voladores, en sus cuentos todavía había lindos caballeros que resolvían sus disputas con capa y espada. Donde ellos mismos eran el juez, solo a veces sentían misericordia y siempre tenían el derecho moral de batirse el cobre. El honor era la más alta de las virtudes, sencillamente había crecido leyendo. 


Tardo mucho tiempo en darse cuenta, de que afuera había un mundo apoltronado y caducó, rancio, mentiroso en cuyo mundo la gente débil era machacada hasta la desintegración de su ser. El esfuerzo y el sacrificio personal había sido dado por muerto, había dado lugar a un egoísmo nostálgico y primitivo que vivía entre nosotros. Su palabra era su estandarte. Creía en el principio idílico de que la vida valía ser arriesgada por conservar la dignidad, antes morir que perder el honor. Habría matado con certeras cuchilladas a quien hubiera ultrajado sus principios. Arrojaba bilis cuando alguien ennegrecía con palabras de duda su amada democracia. Era fiero, insensible y orgulloso. No le importaba nadie, solo su palabra y el fin en si mismo. Era un derivado místico, un Hércules, un semidiós, un sabio, un prodigio, una linterna en una oscuridad total. No conocía hombre sano que estuviera a su altura, se sentía orgulloso de su destino, a la vez era empático y dicharachero, era un coctel perfecto, sus palabras solo salían sangrantes de su boca. Solo el inteligente y el valiente podrían hacer cambiar a un corazón de fuego, que llevaba tatuajes de duras quemaduras sobre su piel, había intentado quemar más de una vez su ser.


Estaba harto de lecciones, él seguía su propio código moral, no necesitaba cariño ni enseñanzas, no era sabio ni arrogante, el dinero era secundario y su trabajo diario era primario. No tuvo metas por muchos años, solo quiso sobrevivir. Cuando hablaba con odio no se daba cuenta de que sus puños cerrados eran fantasmas que rondaban por su cabeza. Cuando su voz se alteraba se transformaba en un huracán y las palabras arrastraban un ardor que apestaban todo su ser, se transformaba en una bestia, la tenía enjaulada pero cada cierto tiempo asomaba para recordarle que aunque sus enseñanzas le habían cambiado nunca le transformarían. Muchos años se sintió como un intruso en su propio cuerpo, cuando su corazón se sentía mal se ponía a reír, la mayoría de las veces para sentir que era capaz de mostrarse humano, nunca sabría lo que sentiría cuando sus manos no fueran capaces de hacer nada. Era un lacayo de su patria, los huevos estaban innatos en su trabajo.



Se puso de firmes, su mano se colocó a una cuarta de su frente, los botones de su chaqueta centelleaban, la boina del regimiento de infantería ligera brillaba con los rayos del sol. El emblema del ejército de tierra esta compuesto de la cruz-espada de Santiago, en la punta del escudo una corona, símbolo de la unidad de España. La música explosionó en su cabeza, el himno hizo vibrar su corazón como si una lanza le hubiera atravesado. Su patria era su bandera, los colores se distinguían en la más larga lejanía, el veintiocho de mayo de mil setecientos ochenta y cinco fue erigida en el pabellón de la marina mercante, y el trece de octubre de mil ochocientos cuarenta y tres fue elegida como nuestra bandera. La bandera es la conjunción de nuestro sentimiento, los griegos nos llamaban íberos, los romanos nos bautizaron como Hispania, desde ese mismo momento nos convertimos en España.


Había redescubierto el término. Vilmente había sido vilipendiado, utilizado por los que realmente no querían engrandecer ese justa palabra. Los locos garabatos se envolvían con tiernas sensaciones, en el pasado nos toco defender estandartes que nos hacían creer, aunque nos utilizaban para intereses serviles.


Ese día comprendió que su amor idílico estaba empañado de insólitas lagunas, que el amor que sentía seguía siendo amor, pero se transformó en oleadas de sensaciones, no en defensas partidistas. A pesar de la metamorfosis todavía amaba su tierra, sus olores, sus montañas, sus ríos llenos de vida. Los campos de Castilla que habían sido descritos por Antonio Machado mucho tiempo atrás. Recordaba versos de Lorca que describían a sus gentes. Su viaje a la Alcarria le hizo descubrir nuevos caminos, que le dejaron nuevos mundos. Sus costas frías bañadas por el océano Atlántico y sus aguas calientes por su hermoso Mediterráneo. Sus islas son el edén, su variedad, su gastronomía, en especial todos los ángeles que están en su territorio, estaban bendecidos todos por su gracia, en un terreno tan pequeño se encuentran miles de universos.  Amaba sus lenguas, su arquitectura y hasta el ultimo grano de tierra. Indudablemente hubiera muerto por ella.


Él ya no era el joven intrépido que hubiera matado por atentar contra su palabra, ahora en su sonrisa se podían ver arrugas, era realmente libre, no tenia imposiciones de nadie, seguía siendo fiel a su credo, muy pocos podían decir eso, no se dejaba guiar por enseñas, enseres o credenciales. Las palabras solo eran eso, palabras. La verdad oculta se declaraba verdad. Si, amaba su patria, pero ya no de esa forma romántica, idílica o soñadora. No necesitaba que nadie le llevara de la mano como a  un niño descarriado, vulnerable y solitario.  Solo él tomaba las decisiones, solo él, en su ágora personal discutía con sus otros yos las realidades que le acontecían.


“Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya.” Seneca 

martes, 14 de abril de 2020

El Principito.


Aquella noche hacía mucho calor. Por eso me decidí a coger la escalera que tenía en el trastero y subir a la cubierta de mi edificio. Las estrellas se veían como pequeñas luces, aquella luna alumbraba de tal manera la noche que parecía que era casi de día. Me senté en la postura de loto y me dispuse a meditar por un tiempo, el entorno era propicio para poder conectar con los elementos. Cuanto más buscaba en mi interior más encontraba, cuanto más aislado me hallaba más acompañado estaba.

-¡Hola! - Me dijo una voz infantil, sentí miedo porque había cerrado la puerta con llave.
-¿Quién está ahí? Dije con tono asustado.
-Soy yo.
-No reconozco tu voz, estás en la sombra y no puedo verte.- Dije con voz temblorosa.
-Soy el Principito. He venido porque te sientes solo, aunque tu piensas que es mentira. -Su voz era aterciopelada, pero con una consistencia dura.
-¿Porqué dices eso? ¡Eso no es verdad! Me encuentro perfectamente.
-Eres tú, el que todas las noches antes de dormir, visualizas a la gente que quieres, pintas con tu mente una forma de corazón y les deseas con todo tu alma que estén bien.
-Si, ese soy yo, pero, como sabes eso.
-Simplemente lo se.
El Principito se acercó a mí, sus cabellos eran rubios, su cara era sonriente, sus pómulos estaban más coloreados que la mermelada de fresa, sus ojos eran verdes. La nariz era pequeña, casi diminuta, sus labios eran rosados como si el mejor vino se hubiera impregnado con ellos. Estaba vestido con un traje de príncipe, era de color verde, hacía juego con sus hermosos ojos.
-¿Porqué has venido a verme?
-El Principito me miró con los ojos super expresivos. "Y los hombres no tienen imaginación, repiten lo que uno les dice"      Has utilizado la más ancestral de nuestras capacidades, eso es sin duda el amor, pones tu pensamiento al servicio de los demás sin avaricia, sin esperar nada a cambio, solo repitiendo un mantra de protección a tus seres queridos. Sin saberlo su alma se endurece, se llena de bellos anhelos, el miedo se volatiliza y ese registro de amor les envuelve. “No se ve bien sino es con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos” 


Me quedé sin palabras, mi cerebro corría vertiginosamente, como cuando enciendes una mecha, todo se acelera y ya no hay marcha atrás, no podía reaccionar. Se me quedó mirando con toda la tranquilidad del mundo, sabía que sus palabras se habían convertido en un tsunami de sensaciones, me embarcaba en un viaje íntimo, donde mi corazón viajaba con el rumbo claro. ¡Estaba totalmente entusiasmado! Empezó hablarme, esta vez más como un susurro que como una bella melodía, dios le daba los compases, mientras él hablaba todo el mundo le escuchaba.-!Si quieres! ¿Podemos ser amigos?.
-Si. -Dije en un susurro.
-¿Cuéntame por favor?¡Porqué lo haces!- Con una de las voces más bellas que jamás había escuchado. Carraspee, me levanté y esta vez le miré a los ojos. Quise preguntarle el por que de su pregunta, él sabía mi secreto más íntimo, seguro que el también sabía lo que realmente pasaba por mi mente. Estas aclaraciones vienen con el recuerdo, el recuerdo nítido de lo que queda tallado en la piedra y queda por siempre. Pero en aquel momento quería que yo, desde mis labios le dijera lo que realmente él sabía.
-Todo empezó sin motivo aparente, una noche, los problemas no me dejaban dormir, vislumbre el dolor de una persona querida. Sentado en el alféizar de la ventana, era invisible, yo mismo podía sentir mi invisibilidad. No sentía frío, llovía, las gotas de agua impactaron en mi calva, era consciente e inconsciente, sin querer me resbalé y sentí miedo, caía como un peso muerto. Quería volar, ser libre como un pájaro, que mi cuerpo fuera liviano, quería mantenerme en el aire, solo con mi mente. Al descubrir que podía hacerlo, fui tan rápido como la luz, llegué a mi primer destino, ellos ya estaban dormidos y no quise despertarlos, vi que se encontraban bien. Encendí mi victoriano swisscard lite, una linterna que siempre tengo en mi mochila. Mi brazo era tan rápido que no podía ver la luz de la linterna, bajé mi velocidad, algo menos de la velocidad del sonido, para evitar el ruido brutal que eso provocaba y no despertarlos. Pude ver con toda satisfacción que la luz de la linterna producía una figura deslizante semejante a un corazón. 
Todos los días se hizo rutina para mí, hacía un viaje nocturno que me reconfortaba de vida, algo secreto que me reservaba, siempre me ponía en el alféizar e iniciaba un viaje. Unas veces visitaba Salamanca, Arroyomolinos, Humanes, Pinto, Navalmanzano, Fuenlabrada, Madrid, Leon, Alemania, Albacete, Brasil, otras veces iba al cielo y allí abrazaba al que se fue. No tenía nada planeado, si sentía que alguien estaba triste o pasaba algo, antes de dormir inconscientemente iba y le dejaba un corazón rojo imaginario. 
Volví a mirar al Principito, sus ojos verdes me miraban esta vez con un frescor que me transmitía amor, pasión y veneración.
-Principito, no tengo ninguna razón para hacer esto, solo siento que me reconforta.- El Principito rio a carcajada limpia, se sentía feliz, parecía que todo lo que él pensaba se había traducido en realidad.
-Gracias, “Es triste olvidar a un amigo. No todos han tenido uno.” Así tú mantienes la hermandad, aunque añores sus abrazos, aunque el deseo persistente te une a ellos, la saudade incontrolable de poder abrazarlos, de decirles que nunca los olvidarás, esta tan intrínseco en tu corazón, que la única manera de demostrarte que eso es cierto, es acordarte todos los días de ellos, porque si no los olvidas, siempre estarán a tu lado. El zorro me lo explicó muy claro: “Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Será para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo…”  Por eso estoy aquí, para recordarte porque lo haces. De alguna manera tu corazón se vinculó al de otros, y los de los otros al tuyo. Y así en los vientos más huracanados nunca te sientes solo, siempre tienes miles de compañías.

El Principito me miró, como si fuera un ser excepcional. El consiguió lo que parecía imposible, hacer que yo mismo pudiera entenderme. Él había viajado por el desierto, visitado muchos planetas, sentido un amor incondicional por su rosa y reconfortarse con el vínculo inigualable de un amigo que se convierte en familia. El amanecer se deslumbraba por la parte donde había viñas, el Principito me dedicó una sonrisa, el comprendía mejor que nadie el significado del amanecer. 

Si, me apenaba, él se tenía que ir. Y como llegó, se fue, sabía que lo volvería a ver.


Saudade=Anhelo 

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Amor en desuso.





Las endorfinas nublaron mi cabeza por muchos años, tu cuerpo se contorsionaba como una serpiente, tus besos eran húmedos como los del río Paraná, tus ojos dos gemas semi puras de peridoto que con una simple mirada me hacían temblar, hace muchos años ya, pero hoy, con más kilos, con más años y con más arrugas en los ojos, todavía hoy, me resultaba igual de evocador. El cerebro se hacia cada vez mas duro, menos plástico, lo que antes no era un trabajo y era un autentico placer, ahora era la más ardua de las tareas sobre todo por la singularidad de lo que quiero escribir. Antes sin guion el plumín rasgaba el papel, sin querer decir nada las musas se ponían hacer su trabajo. Cuando escribía se hilaban las ideas hasta hacer una historia mayor, ya lo dijo el poeta, el corazón herido tiene la facilidad de expresar los infiernos por donde pasa. Mi felicidad dejaba ausente de magia la escritura, por eso ya no imploré el favor a la diosa afrodita como lo hice tantas veces. Otras sin embargo releía mis melodías más ardientes, entre ellas, sonetos incombustibles, de sal, aire y sobre todo fuego. Ese día no me abrazaste mientras dormía, te sentí tan lejos que pensaba que te ibas a ir, que ya no volvería a tenerte entre mis brazos, las palabras monstruosas, barbaries que nos decíamos cada vez que el aire venía y se iba como venía el viento. Cada vez que escribía una carta de amor solo escribía sobre el tiempo, el tiempo que malgasté en decir, en hacer, en soltar, en pensar en el tiempo. Puse el grito en el uso y no en el desuso, ya ninguno de los dos decía palabras de amor, ya no se decía, ni se hacía, ni abrazos de brazos, ni besos de labios, donde el amor con el tiempo pone a las parejas en la verdad, un intrincado laberinto donde irremediablemente nos dirigimos al ostracismo más vil, donde solo unos pocos triunfan, donde muchos no vencen, donde la gloria no esta ni se la espera, donde nadie ve y todos sienten.



Mientras te esperaba el mundo se paraba, muchos minutos, horas, incluso días pasé en este espacio, con la única compañía universal del lápiz y el papel. Leiva cantaba que las luces estaban apagadas y las puertas abiertas, aquella canción la interrumpió una llamada. La llamada que esperaba me hizo destrozar el teléfono contra el suelo, no se si por la excitación, por la ira o por la indignación. Me quedé en blanco, sin palabras, la mandíbula se me quedó blanda, mi expresión me hacia parecer un lelo, no reconocí al monstruo que vi por el espejo retrovisor, me quedé asustado, estaba blanco, absolutamente desbordado por la compasión que salió de mi pecho, estaba deshumanizado.


No tenía nada, ni lo quería, solo quería estar a tu lado. El tiempo parecía estable cuando lo único que nos importaba era besarnos, realmente no había tiempos. Cuando el pasado se hacia presente y el presente se hacia futuro, sin querer ese tiempo pasó fugaz. Los diez años pasaron con agradable furor, ningún recuerdo enturbió el tiempo. Cada recuerdo era una cachoeira de sensaciones, lo que parecía lujuria se convirtió en amor, y el amor que parecía lujuria se convirtió en más amor. Una trasformación de sentimientos que realmente se mezclaban con admiración, cariño y sobre todo respeto. 


El tiempo se quedó parado, en esos relajantes momentos donde el tiempo se paraba, mirar las estrellas no era una pérdida de tiempo, escribir versos de amor era la vertiginosa carrera donde las historias enmarañadas de sentimientos no querían expresar nada. Otras veces lloraba ,no demasiado, las lágrimas estaban secas al salir de mis ojos. Los recuerdos son tan dolorosos y vividos que parecían reales. ¡Aquella maldita llamada! El dolor me hizo replantearme todas mis prioridades, viene hacia ti como un sordo estruendo, lo revives en las entrañas todos los días, el verdadero infierno esta aquí en la tierra. Y el resultado último es lo que entendemos por hacernos mas humanos, la herida se muestra días o en un lustro, pero el dolor se apaga hasta que lo sientes.


Cuantas lágrimas dejaron los dioses al amor mal correspondido, el galáctico conquistador de amor que con dolor, sudor y lágrimas escribió páginas enteras de locuras. A los poetas antiguos en contadas ocasiones les escuché recitar odas a sus amores maduros, ese añejo, al que los años deslucieron sus cuerpos, y algunas veces los impulsos primarios son ahora revestidos de recuerdos. Donde las pasiones físicas maduraron como el coñac, dotándolas con más cuerpo, con más matices, con un color totalmente nuevo. Las transformaciones individuales eran la gran tragedia del amor, si los dos no crecían en matices podrían desintegrarse por el camino. Pero si resurgía la magia las miradas de dos viejos enamorados todavía conseguía embelesar su cuerpo más que cualquier palabra de amor. Una caricia ponía todo mi cuerpo a flor de piel, nuestros cuerpos se conocían y el amor que venía a todas horas se apaciguaba. 
-Te quiero. Me dijiste. Te mire con ojos llorosos, 
-¡Yo no te quiero!-¡Yo te amo!. Y enjuagaste mis lágrimas con una sonrisa enorme, añadí: 
-Toda la vida es una mentira pero la más bonita es el amor. 
Nada parecía real, la música sonaba de lejos, el reloj marcaba las siete menos diez, una voz estaba todo el rato gritando que la caja estaba rota, que toda la tarde haciendo cosas, que mi tiempo vale dinero.


Las pequeñas gotas de llovizna caían como pequeños petardos en el cristal, el sonido se eclosiona con la aterciopelada y silenciosa soledad del parking. Ahora pasa con su calva mojada el guardia de seguridad que me mira con cara de pocos amigos, despegué la cabeza de mi ordenador, ahora está a más de cien metros, le veo de espaldas, con su chaqueta reflectante amarilla, mirando constantemente de soslayo, me parece hiriente por la sensación de ilegalidad del acusado y el acosador, al tiempo te acostumbras, son muchos kilómetros de espera. Me hubiera parecido vergonzoso en otro momento,, pero ya, eso no me importaba, al final el contesto te da la razón. Se seco la lluvia del suelo y los pájaros volvieron a contorsionarse por las macetas gigantes donde estaban plantados los árboles. Te amo, dije con labios vacíos, ya no sonaba tantas veces como en el pasado, pero cuando se escuchaba seguía siendo hermoso, el amor es un constante evolucionar, un silencioso combate de sonrisas, besos y caricias. Nadie necesitaba nada, eramos autosuficientes enemigos, amantes asexuales que nos fornicábamos con miradas y series de Netflix. Nada era como antes y tampoco lo necesitábamos. El complemento perfecto de una mentalidad creativa, donde la única verdad se cruza con la dolorida cotidianidad. Dolorosa y maravillosa cotidianidad. Que había más maravilloso que antes de cruzar la puerta de la casa te ponías tu pijama salpicado de rojo, tus bonitas crocs rosas. Las gafas se empañaban cuando el agua caliente se trasformaba en vaho, los pañales se trasformaban en basura y la vida golpeaba siempre con la dolorosa y maravillosa cotidianidad.

Este tiempo fue maravilloso, las llamadas de furia quedaron atrás, los dolorosos momentos que recubrían mi pasado se habían soltado como viejas capas. Grité al viento, me quede mudo, tantas veces realicé las llamadas necesarias, es maravilloso que los mejores años de mi vida se escriben día a día a tu lado. Cuando veía el tiempo y veía formada el comienzo de mi familia, daba gracias por iniciar esta gran aventura, ningún vaivén me planteo cambiar mi estrategia, dejé atrás el egoísmo, sentí por un ser más que por mi propia vida, todos los tópicos antes escuchados se hicieron realidad, me di cuenta que el más trasgresor de tus movimientos está seguramente escrito en la sabiduría popular.


Después de todo esto me preguntaste: 
-Amor, ¿que es el amor? -Yo sin pensar te dije:
-Dar todo sin esperar nada a cambio.




Entre el amor y la violencia, siempre acaba triunfando el amor. Abraham Lincoln.

jueves, 5 de julio de 2018

Ya no valen las palabras.




Ya no valen las palabras, las palabras son hilos conductores que llevan nuestros sentimientos al otro interlocutor, un momento se queda atrás, una vaga sensación crea un ambiente hostil. Y cuando un abrazo vale más, cuando una mirada es más que una palabra, cuando la sonrisa que me diriges es más que una palabra, los silencios dejan de ser esos silencios que son más que palabras claras. Palabras calladas que hacen sentir indiferencia, la única manera de seguir sintiendo, es resetear nuestra supervivencia para iniciar la palabra.


Cuando la soledad invade un circulo incierto, cuando la luz se apaga y piensas que no hay vuelta atrás. Cuando no valen las palabras y el pasado se junta con el presente, y el futuro se emborrona como una acuarela aguada, en el momento que vivir duele y el dolor no te deja. Cuando las palabras son absurdas interrupciones necesarias para vivir, pero que nos hacen mostrar más oscuridad que claridad.


Cuando las nubes color ocre, se tornan anaranjadas y se deslumbra un anochecer de besos y abrazos donde las palabras sobran. Cuando las palabras no son instrumentos para nada, solo obstaculizan lo que queremos decir. Nos bloquean, no nos dejan expresar las palabras vacías. El tiempo hizo que el silencio nos doliera igual o más que las palabras ardientes. 


Te quería, no tenia el valor de decirlo, pensé que mis abrazos y besos eran suficientes. Aunque me decías de forma insistente que te hacía falta, la ausencia de palabras me hacia ser sordo de ti. 
-¿Ignorancia o silencio? -Lo gritó con su subconsciente. Sus labios se colapsaron al intentar pronunciar esas palabras, entonces sin mirar atrás te diste cuenta, gritaste con el dolor, con la soledad, con tu corazón.
El aullido mas aterrador que escuche en toda mi vida fue aquel momento en el que te diste cuenta y sin querer mormuraste—¡Y SI YA NO VALEN LAS PALABRAS!

jueves, 26 de abril de 2018

Maestro quiero ser sabio.




Poema del guerrero

El guerrero tiene que luchar por un camino hacia la paz.
El verdadero guerrero es invencible porque nunca lucha con nadie.
Su enemigo es él mismo, porque es él que se pone limitaciones. 

La violencia crea una satisfacción instantánea, la cual te hará sentir invencible, 
pero cuando pase esa sensación, solo tendrás dos opciones: 
Necesitarás más para no sentir el pesar de tu alma o necesitarás veneno para no sentirte toda la vida herido. 
Se como el guerrero que cuando es capaz de desprenderse de todo es realmente libre.


Maestro quiero ser sabio.



Era una mañana otoñal, donde los pájaros buscaban estar junto al otro, con eso provocaban calentar sus húmedas plumas, el canto se había apagado hace ya unos cuantos meses, el arce estaba hermoso,  sus colores ocres daban al camino la verdadera estación que se vivía.  Mientras tanto el maestro sorbía la taza que tenía en los labios. Y el alumno ansioso preguntó como un dardo certero lo que su alma no sabia explicar.


—Maestro, ¿por qué ansío lo que no es mío?
—Vive tu vida, no seas necio, sentir y vivir la vida de los demás es un error. Querer vivir la vida que no te ha tocado es olvidar la tuya propia. El camino de la verdad está alejado del placebo de poseer. Las únicas emociones que perduran son las abstractas, las que inexplicablemente son difíciles de explicar. El camino de la salvación tiene muchas verdades, la mayoría de las veces no es fácil llegar hasta allí. Aunque hay varios caminos, el respeto es el más correcto. Si te respetas, respetaras y seras respetado. Las posesiones son insignificantes símbolos que nos retrasan en el camino de la sabiduría, reflejan el miedo y las carencias internas que te hacen sustituir tu vació interior por vació exterior. Tu motivación interna es una lucha en la cual tu sentimiento de frustración debe morir y así renacerás para realizarte. Sentirás un miedo irracional y lucharás con tu mayor enemigo, tú mismo. Descubrirás un monstruo que tú solo puedes vencer, lucharás como un samurai para poseer todo tu ser, pero no corras, respira, bebe y come, eso es cuanto necesitas. Tu mismo eres el dueño de tu destino. Imagina que todo tu tiempo lo gastases en sobrevivir, que no tuvieras nada, solo la naturaleza y tu vida. No pensarás, no llorarás, seguirías luchando con más ahínco todavía. Todo tu empeño sería simplemente sobrevivir. Todo lo demás seria superfluo, no necesitarías nada.  Imagina si fueras un niño, necesitarías calor,  es decir una madre y en el comienzo de tu camino necesitarías un maestro, un padre. Un maestro para aplicar los fundamentos básicos de la vida, para que te dieras cuenta del maravilloso milagro que es simplemente respirar. Te enseñaría la voluntad innata de dar antes que recibir, te explicaría tantas veces como necesitases cuál es el verdadero significado de la vida. Y un día sin previo aviso, saldrás de mi regazo, ciego pero recto y con el tiempo, ese sí, el más inteligente de los doctores, te guiará por el camino que he intentado que encuentres. Volverás a renunciar, a necesitar otra vez lo básico y aprenderás que todo lo demás es superfluo, todo es un complemento mágico que hace más excepcional nuestra vida, pero en ningún momento es necesario. Y sobre todo cuando estés en el lecho de muerte, podrás vanagloriarte de tu vida, no la habrás desperdiciado solamente queriendo superar a otro, si no superar como ya comenté a tu mayor enemigo. Cuando nacemos nuestro corazón es puro y dulce, cercano al de un dios, pero cuando pasa el tiempo y la personalidad se va desarrollando si la formación es errónea, te encontrarás con la tesitura de que el hombre es bueno por naturaleza y ese sera un error, igual de error es asumir que es malo. Las circunstancias hacen distintos seres, pero el camino del sabio solo es uno. Los mismos maestros lo dicen, el que siente la llamada dará vueltas como una peonza y muchas veces el recorrido será más largo, algunas veces más tropezara y otras ni si quiera girará. 

Giró la cabeza y se quedó mirando como soplaba el viento en las hojas de los árboles. Respiró profundamente y volvió a la carga prácticamente sin descanso.
—Pero recuerda, como dijo el sabio hace mucho tiempo: "Nunca permitas que nadie, absolutamente nadie, perturbe tu paz y tu libertad. Cada vez que permites que alguien te maltrate, ya sea física, verbal o emocionalmente, estás permitiendo que perturbe tu paz y tu libertad, y por tanto, no aprendes la lección y ésta se va a ir repitiendo una y otra vez, con distintos escenarios y personas. Nunca perturbes la paz y la libertad de otra persona, animal, la naturaleza, la madre Tierra, etc… Todo está vivo, y todo debe ser respetado. Mientras perturbes la paz y libertad de otro ser sintiente, estás generando sufrimiento y karma, que se te devolverá en su momento; experimentarás el mismo sufrimiento que generaste, como ley de equilibrio y consecuencia. El amor incondicional no se trata de decir a todo que SI. No se trata de permitir todo. No se trata de que los demás perturben tu paz y tu libertad y tú no les pares los pies o te alejes de ellos. El amor incondicional te enseña a saber decir “No” cuando alguien está perturbando tu libertad. Busca siempre tu equilibrio, aprende a saber decir “No” y a alejarte de todo aquello y todos aquellos que no te respetan y que actúan manipulándote para que seas su esclavo. Por otro lado, aprende a respetar la opinión de los demás, sobretodo de tus seres queridos. No quieras que ellos sean como tú quieres, y no quieras que hagan lo que tú deseas; respeta su paz, su libertad, y la vida te respetará a ti. Pero recuerda, aquél que no se respeta a sí mismo, no sabe respetar a los demás y permite que no le respeten. Empieza por ti."


- Maestro. ¿porque la mayoría de los hombres no admite otras creencias y opiniones distintas?
- Muchos seres humanos son débiles, insensibles y sobre todo incoherentes. Cuando alguien no está de acuerdo, lo ético es brindarle con respeto otra opinión. Pero para los débiles su mejor defensa es un buen ataque. Su primera opción es despreciarlo. Si no calla, su segunda opción es la violencia y en tercera opción cuando nada ahoga su voz ni siquiera la violencia, es la de terminar con su voz.
- ¿Porqué maestro?
- Hay muchos porqués, pero solo una causa.
- ¿Cuál maestro?
- Antes de ser racionales, fuimos irracionales, para sobrevivir la armonía que debía existir era radicalmente opuesta al concepto civilizado que reina en nuestros días. Y no pocas personas han dejado de sentir la raíz de esa rabia que nos hizo animales con sentimientos.
- ¿Maestro porque usted no es violento, sabe escuchar y explicar?
- ¡No te engañes!, - en su voz se escucho una dureza enterrada-- Yo hace años no era el idílico maestro al que tanto respeto y veneración tienes. Trasforme cuatro reglas sencillas en mis pilares fundamentales. Primero aprendí a diferenciar con admirable perfección que lo que se habla no se siente, y lo que se siente muchas veces no se habla, sobre todo cuando se habla muchas veces no se sabe nada. La segunda es que antes de escuchar a los demás y ver el dolor ajeno, siéntate y piensa que está pasando realmente en su mente. La tercera y no menos importante haz lo que dicte tu corazón, es difícil ser distinto, un guerrero se siente bien entre rivales distintos, no tiene miedo a sus oponentes, si no respeto. Al inconsciente realmente lo que le hace vulnerable es el grupo callado, que actúa como uno solo. Y por último el cuarto y sobre todo el más importante, todas las criaturas son hermosas, la vida no debe ser mancillada por nada.  Aunque muchas veces tendrás esa dura disyuntiva entre tus manos, y en ese momento no debes dudar, porque quien hace mal y tiene el animal marcado, no dudará ni un segundo en matar al sabio, al niño o al hombre. Tiene que ser castigado porque ese mal no puede ser controlado. La violencia crea una satisfacción instantánea, la cual te hará sentir invencible, pero cuando pase esa sensación, solo tendrás dos opciones: necesitarás más para no sentir el pesar de tu alma o necesitarás veneno para no sentirte toda la vida herido. 


—¿Qué dificultades más atroces me tocaran vivir, maestro?, ¡Tengo miedo!.
—El camino del sabio no es fácil, ver más allá de lo que a priorí ve la gente es peligroso. Es un camino solitario en el cual la soledad hace mella. Aunque te sientes recompensado por un mar de sensaciones que cada día solo tú sientes, serás discriminado y humillado por los que no son capaces de visualizar, no te entenderán, te sentirás desconsolado, dolorido, absurdo y sobre todo muy solo.  ¿Ves aquella flor?—dijo el maestro con un tono musical que llegaba a penetrar en el corazón. —Si, maestro.—Ves sus lindos pétalos, desde aquí puedes ver su color rojo, cierra los ojos, concéntrate en ella, ¿Hueles su fuerte aroma? Ni el mejor perfume puede emularlo. Ves su tallo verde, fino y fuerte. Esa creación es única, maravillosa, de una simple semilla que mide unas micras, solo con agua, tierra, sol y aire, sale de la tierra una vida impresionante.
—La belleza es exuberante. —Dijo entre dientes el alumno. El maestro se paró, su cara se había mutado a una expresión de felicidad y de cariño que expulsaba de dentro hacia fuera. Su belleza es por la que tienes que ser valiente cada segundo, así tendrás la sensación de comprender al creador, es una sensación única e irrepetible y con ella tendrás el valor para pasar cualquier atrocidad, lo que para muchos son minucias para otros ojos son verdaderos milagros.

Pero el silencio no duró mucho tiempo y la curiosidad del muchacho volvió pronto, con una curiosa pregunta.

—Maestro ¿porque la gente se deprime?   
—No nos enseñan amar lo nimio, como ya te expliqué si amaras la flor que por la mañana se despierta y enseña sus pétalos, comprenderías cuál es el verdadero milagro, te darías cuenta aun más de que tu eres también parte de ese milagro. Un portento maravilloso que puede transformar su alma en lo que quiera, ellos sólo aman su ser, piensan que solo ellos son el mundo. Ama lo baladí y amaras el todo. Vivimos en un mundo trivial, se afanan en un consuelo empírico, dejando solo todos sus demonios internos, la mente es dúctil, la manejabilidad no debe de reconocer miles de mundos, la experiencia de los hechos no te va hacer más humano. La mayoría de las enseñanzas predisponen a poseer, poseen dinero, poseen tierras, poseen a otros y no poseen tiempo para interiorizarse consigo mismos y llegar a conocerse. Competimos en una carrera loca, en la que la mayoría de las veces solo termina con la enfermedad, una mala interpretación de las enseñanzas. Una indestructible capacidad de ofrecerse a si mismo la compasión de una mentira, confundir todo lo bueno para sentirse triste y no desperdiciar la vida en pozos sin fondo. 
Poseer no te hace más feliz, realmente la vida se hace insignificante, no has sabido distinguir la avaricia con la necesidad y has perdido tu tiempo, en momentos absurdos que no han valido nada, has menospreciado tu vida y de los que te rodean, hoy todavía estás a tiempo. No has criado a tus hijos, no has vivido la vida que querías, no has sido escritor, matemático o arqueólogo. Y has creado necesidades absurdas que no existían, son opiácios necesarios que te retienen estigmatizado viviendo vidas de otros. Y únicamente cuando te pase algo realmente monstruoso pondrás los valores de tu vida en una balanza correcta. Se valiente, medita, respira y recupera tu mente de niño. Así recuperarás los inservibles aprendizajes y aprenderás otra vez inmaculado como un santo.

El viento movió las hojas, su madera antigua presagiaba sus años, cada primavera volvía a sentir su vida, con la eclosión de las jóvenes yemas. El sabio contaba con la sabiduría del árbol, la paciencia de la inmovilidad, la virtud de no hablar y observar el tiempo, los dos eran sabios y viejos.


—Maestro, ¿porqué tengo miedo de hablar en público? 
—No tener valor es una situación atípica, el miedo nos protege del dolor físico o mental. El dolor acaba a los pocos días, pero el dolor de la cobardía te repercutirá siempre. Mi propia cobardía se presenta muchas noches antes de dormir, pero la alejo de mi, no me sirve, para que llorar por las cosas que pude hacer, porque torturarse con el pasado. Recuerdo aquel proverbio “en la vida hay tres cosas que no vuelven atrás, la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida.”, no merece la pena recordarlo, pero si correr eficazmente a remendarlo. - el maestro se quedo mirando ensimismado el aleteo de las anaranjadas hojas. Sus cejas se arquearon y se dispuso otra vez hablar.
—Nunca tengas miedo de emprender, nadie es bueno por la simple teoría, antes de hacer cualquier cosa tienes que luchar, mejorar, tienes que intentar no mirar a los demás y ser simplemente libre. Tu eres importante, si tu no te amas quien te va amar. Si no te respetas quien te va respetar. Si no intentas te quedarás estancado, y te marchitarás como la flor. Si te marchitas te costará mucho tiempo otra vez deslumbrar al sol con tu belleza y habrás creado una herida que a lo mejor no vuelve a sanar.

—Maestro, ¿que es la felicidad?
—Como dijo un gran sabio "la felicidad se consigue cuando lo que uno piensa, uno dice y uno hace están en armonía." Cuando tu alma, tu cerebro y tu ser estén en comunión tu vida estará en la sintonía apropiada. La felicidad es la facultad maravillosa de sacar a los malos momentos una sonrisa, si tu le das la vuelta a la situación y lo practicas, te darás cuenta de que todo cambia, tu ser y toda tu vida se unirán en una conjunción de felicidad.


—Maestro, ¿como puedo ser sabio como usted?
—Cuando salgas de aquí, pensarás que es una tontería que el sol que sale por la mañana se rige por unas fuerzas excepcionales que parecen fáciles fórmulas en las teorías de Newton, que el árbol que lleva viendo al ser humano más de quinientos años es un ser más irracional que racional. Donde tú solo ves eso yo veo la verdadera sabiduría.
El misterio no es sólo ser sabio o parecerlo, es cambiar, mejorar, dejar atrás lo inútil, amar siempre, pero sin inundarse y reconocer que los humanos tenemos limitaciones. Limitaciones que en la mayoría de los casos nos hacen más hermosos, más perfectos, porque la imperfección es perfecta y es hermosa. La vida es un milagro inexplicable, sabio es aquel que comprende, sabe que la violencia no lleva a ningún sitio, está tranquilo siempre, sabe por experiencia que no vale de nada expresarse si de su boca no van a salir cosas maravillosas, no sabe todas las preguntas pero si todas las respuestas.

Las mariposas revoloteaban, hacían movimientos zigzagueantes que las hacían parecer bellas luces en el campo. Sin un momento el alumno volvió a la carga.

—¿Que es la soledad maestro?
—La soledad es innata al ser humano, el nacimiento como la muerte es en soledad absoluta, nuestra conciencia nos hace sentirla. Puedes estar rodeado de cientos de personas y sentirte solo, y gente sola que se encuentra totalmente acompañada.


El maestro miro el maravilloso atardecer, los tonos ocres se difuminaron con los bellos amarillos, aquel joven sería un espléndido hombre, pero antes tendría que encontrar su verdadera sabiduría.

"Carpe Diem", 

Aprovecha el día.
No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin haber alimentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el
derecho de expresarte, que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario…
No dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al
mundo; porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.

Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra
propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa.
Y tú puedes aportar una estrofa…

No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el
hombre.

No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un
silencio espantoso. No te resignes, huye…

“Yo emito mi alarido por los tejados de este mundo”, dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples, se puede hacer poesía sobre las
pequeñas cosas.

No traiciones tus creencias, todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar en contra de nosotros mismos, eso transforma la
vida en un infierno.

Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.

Piensa que en ti está el futuro, y asume la tarea con orgullo y sin
miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes se
alimentaron de nuestros “Poetas Muertos”, te ayudarán a caminar por
la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los “Poetas Vivos”.

No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas…

Walt Whitman