domingo, 23 de diciembre de 2012

Viene pitando viene pitando mi general.





En más de una batalla le vieron con su típico sombrero caído hacia el lado derecho, sus facciones no eran las de antaño, su cara no era tersa como cuando tenía treinta años, su cara estaba curtida como el cuero. Su espíritu era el mismo, todavía recordaba aquella escaramuza donde la metralla le había atravesado las tripas, rezo por su vida, por conseguir sobrevivir, en aquella época era un simple cabo, los ojos se le cerraban, iba perdiendo sus fuerzas, la vida se le escapaba, como el río pierde su agua. Su mente estaba lucida, revivió el primer beso, la primera vez que hizo el amor, su primogénita, también recordó por estúpido que le pareciera aquella vez que pego a su madre, eso todavía seguía doliendo, aunque su madre le había perdonado, su corazón seguía herido. En ese momento de muerte se sorprendió de tener una muerte más intelectual que corporal, el cuerpo había perdido su importancia, en el preciso momento que su mente empezaba a comprender se fundió a negro.



Cuando volvió a sentir su respiración habían pasado demasiado tiempo, no era el mismo. Las batallas se sucedieron, las poesías sobre la guerra eran efímeros recuerdos de un mundo lejano, casi infinito. Su esposa a la que había amado había terminado su existencia, su muerte fue el mayor silencio que tuvo más incluso que perder varios meses de su vida, sus hijos fueron los que más lo sintieron, el internado fue su casa durante largos años. Le odiaron y se odio por ello, pero no tuvo el valor, ni la fuerza para quedarme en casa, en definitiva ser un padre, se dedico a lo único que había echo en los años pasados, el arte de la guerra.



Desde el desierto del Sahara hasta la espesa tundra, fue viendo pasar el tiempo, vio como su pelo se llenaba de canas, el cuero de su piel fue haciéndose más duro, más arrugado. A sus hijos siempre les mandaba una postal del sitio donde estaba, había demasiadas postales y muchas más ausencias. Los últimos años en activo los paso en un despacho, en un mapa ponía chinchetas recordando sus batallas, eran tantas, tan variadas, oficiales como extraoficiales que muchas no estaban en su memoria. Por la noche la cama estaba helada, recordaba las victorias y algunas tristes derrotas, pero sobre todo la soledad de su helado corazón, había sido una cuestión más de fidelidad hacia ella, pero su corazón se ocultó con mentiras en la noche. Se sentía herido, sus hijos ya no le querían, era el declive de un viejo lobo de mar. El vigor que sentía se fue apagando, sobre todo después de un problema en la próstata que le había echo ser casi un eunuco. Todavía soñaba con ella, necesitaba que se acabará, soñaba con conquistar a una mujer, amarla, consolarla por las noches, volver a sentirse hombre.


Le quedaron algunos amigos, casi nadie aguantaba sus malos modos, sus desplantes y sus ataques de ira, los que había conservado le apreciaban como ser humano, sabían que su corazón era insensible el dolor, ese mismo dolor le había echo ser una fiera, sus cambios de humor eran constantes e irracionales. Cuando se entero de la muerte de todos los hombres, se convirtió, pensaba que haber quedado vivo había sido más una pesadilla que una bendición.

Aquella noche se despertó a las 5 de la mañana, la orina no caía, se fue a dar un paseo por el centro de la ciudad, por sí acaso su frustración se pudiera apaciguar andando. Las casas eran bajas, con tonos ocres, las calles tenían grandes cuestas, las piernas se cargaban con especial facilidad, el contraste hacían sentir al visitante un viajero. Escucho a una joven llorando y gritando, el General se resguardo en un viejo carro oxidado que había a la derecha, un hombre la cogió del pelo y la obligo a hacer una genuflexión, el General que llevaba su pequeña pistola de 9mm, la empuño y le pidió que dejara a la chica, el hombre juro que no le dejaría en paz. El miedo no era uno de sus defectos, había sido amenazado tantas veces que ya no lo podía recordad, en idiomas que daban mucho más respeto.



El la llevo a su casa, la cuido, mimo, le dio el cariño que no había dado a sus hijos, la gente que le conocía no entendía que le pasaba, era una mujer de unos 30, bien parecida, con una sonrisa dulce y unos brillantes ojos negros, una mujer muy hermosa. Ella se llamaba Fidelina era una mujer del campo, sin mucha cultura, pero extremadamente hermosa. No quiso preguntar, pero por donde la encontró pudo dilucidar lo que hacia, pero el destino muchas veces va por libre.



Se fue enamorando con el pasar de los días, se sentía indefenso con su sonrisa, ella no mostró la más mínima intención de irse de su casa y el amor despiadado con sus mariposas, que puede ser bonito como perverso. La tranquilidad del tiempo, fue pasando lento pero constante, las noches las pasaba en vela, quería casarse, el General era un hombre tradicional de su cabeza no salía la idea de no pedir la mano de su padre, aunque vivía a una centena de kilómetros por carreteras de barro, ella sentía cariño por el viejo, y intento quererle, lo intento con todas sus fuerzas, con castos besos, con aproximaciones que le hacían tocar su cara de esparto. El General tenia un ayudante al que había cuidado como un hijo, era su negro,él negro decía siempre que sus padre era un jefe Masai, pero no tuvo el valor de hacerse un hombre, no pudo y fue desterrado. El General lo encontró mendigando en la capital de su país, el chico se quedo absorto cuando el coronel aun un maduro interesante que parecía un viejo tren de carbón por el habano por aquella época nunca salía de su boca, se le quedo mirando, solo pudo balbucear que quería su ayudara, quería ser igual, esos sueños de adolescencia siempre le atrajeron y fueron suficientes palabras para que se lo llevara con él.



El general ya no era el mismo, se habían desarticulado los viejos recuerdos, la naturaleza no perdono los excesos y la frugal sensación de ser un impedido sexual le echaba para atrás, su pregunta era sencilla podría hacer feliz a Fidelina, pero otras veces pensaba que la mujer era como un animal que sino se le alimentaba se paralizaba como un monstruo.
Las sonrisas eran ya lo de menos, las miradas constantes, lo arrumacos, las carcajadas absurdas se hacían visibles desde ojos lejanos, la salida era difícil, pasaron dos otoños, y siendo un cuento macabro del destino ella se quedo en cinta. El miedo de ella se apodero de los dos, si el General se enteraba los mataría.


Una vieja curandera se le aproximó, le dijo al oído para que solo el lo oyera, esta concebida. Las noches se hicieron tortuosas la cara de la anciana volvía cada madrugada como si fuera un tormento, en sus sueños los látigos hacían heridas sanguinolentas, veía a sus hijos insultandolo en su entierro, maldiciendolo por no dejarle nada de herencia, sabia que no lo había echo bien, pero ellos no sabían, no habían sentido ese dolor que le desgarraba.


La calle estaba lloviosa, las lagrimas caían, el general había tomado una decisión, hoy mismo iría con ella a casarse, quería notar su tacto, sus labios mojados, su pequeña cintura. La mañana estaba tranquila no había visto al Negro y la chica no dormía en su habitación, el miedo y la rabia se apodero de él, ahora entendió todo, como había sido tan iluso, era un lisiado, un despojo del tiempo, un anciano, un hombre que solo contaba batallas que ya no interesaban a nadie, las cuestiones de honor habían terminado, ya no importaba nada. Lo que mas le dolió es que se dio de bruces con la mas absoluta realidad, había sido un necio, era un viejo y dentro de poco ya no podría ni limpiarse el culo, un anciano jugando en una liga de jóvenes. Todavía era un hombre de honor, se río amargamente por haber pensado en algún momento en retener a esa yegua salvaje. Cogió su cool de principios de siglo, se puso de bonito con todas sus condecoraciones, ceno su comida favorita, estuvo pensando en dejar una nota, pero no pudo dejar mas que unas palabras. Se toco el abdomen donde se le habían depositado unos cuantos kilos de metralla y como una fugaz fotografia recordo su cuerpo tendido en el campo de batalla y con ese recuerdo puso fin a su vida. Pero antes de morir recordó los versos del poeta Escalona:






Viene pitando, viene pitando
Viene pitando por el ramal
Viene pitando, viene pitando
Viene pitando mi general
Hombre dispuesto y enamorado
Viene pitando, viene pitando.


Encima de la mesa, al lado del tintero y de la pluma se podía leer:
El hombre que había ganado casi todas las batallas, perdió la guerra.








jueves, 29 de noviembre de 2012

Recuerdos de hoy. Sin memorias de ayer.





Recuerdo aquella mañana, estaba bien dibujado en mi cabeza, la abuela me desperto, era un martes de noviembre, la mañana era fría y los hielos cubrían la calle. Todas las mañanas íbamos al colegio, salí del portal de la calle Herreros del barrio Vidal, baje por la calle transportistas y quise comprar la palmera de chocolate que todos los días comía en el descanso del colé. El nombre de la tienda era Moro, digo yo que seria su apellido, mas arriba estaba Gerardo que creo recordar que se jubiló ya hace algunos años. El señor Moro tenia la cara gordita y redonda, parecía que fue rubio en un tiempo atras, su mujer delgada y con una sonrisa en la boca, eran cordiales y atentos. Me lleve la palmera de chocolate que aun hoy es uno de mis dulces favoritos, le di cien pesetas de las de antes, esas que cundían.

Baje por la plazuela y vi el kiosco del sierra, donde estará ese hombre fornido de manos ajadas por el frío, que aquellas alturas seguro que pensaba mas en jubilarse que en estar allí, todos estos recuerdos se mezcla con nostalgia, como si fuera una viaja televisión Philips en blanco y negro, era una vida mas austera sin tanto lujo, pero el trato como los pequeños detalles te hacían sentir vivo. Aquel día machaque a mi abuela desde el comienzo de la mañana, le insisti para que me comprara una bolsa sorpresa porque quería que me tocara un tirachinas. Por las tardes practicábamos e intentábamos matar algún pardal y enseñarlo como un trofeo. El sierra mas de una vez nos persiguió, ahora con la mirada del tiempo le vacilábamos con cariño, le pedíamos un flash de me la empina o una tontería mayor, jeje, que tiempos aquellos en que la única prisa era pasar el tiempo. Después de abrir el sobre sorpresa me di cuenta de que mi intuición me había fallado, era una vulgar bolsa de gusanitos y una de pica pica.

Se había tirado dos días lloviendo, la mañana del domingo habíamos jugado a las presas, el agua caía por la avenida Salamanca, que por aquellas epocas era nuestro lugar de juegos, un descampado de tierra, a los lejos el barrio blanco, el barrio prohibido. Había toda clase de fauna, te podías encontrar serpientes, grillos, hormigas gigantes. Los pajarillos era una de nuestras mayores diversiones, los cazábamos con liga, ese pegamento que embadurnábamos en una ramita, se impregnaban cuando iban a una charca a beber agua y se la quitábamos con aceite de oliva, pasado los años nos enteramos de que estaba prohibida. Nuestro sueño era cruzar jilgueros con canarios, y lograr los mejores mixtos de la zona, los que morían iban a la cazuela, el tio Braulio se los comía en paella.

Mi abuela me dijo que corriera que llegabamos tarde porque me estaba entreteniendo en saltar en todos los charcos que habían quedado helados. Me entretenía rompiendo el hielo con la botas de agua.

Estábamos llegando, en solo veinte minutos, la fachada era de piedra, la típica piedra salmantina. Aquella entrada era lo mas parecido al infierno que recuerdo, donde las monjas eras unas brujas sin escoba. Ya no habia salida, las grandes puertas estaban abiertas y la entrada al infierno estaba hay, recuerdo las grandes escaleras para ir a clase. Mi amigo Hugo era un chico gordito con el pelo rizado cuando bajamos las angostas escaleras en dirección al patio nos preguntaban por la chica que nos gustaba, nos rodeaban y nos obligaban a decir cual era. Todavía recuerdo sus cabellos lisos, sus ojos azules, sus dientes blancos y paletos largos, ella se llamaba Alicia. En el patio había una escalera semiredondo donde las niñas jugaban a ponerse de pies boca abajo. Los niños hacian esfuerzos por ver su ropa interior, los repetidores incitaban a eso, pero no había nada sensual, solo la curiosidad de ojos inexpertos que querían ver y ver.


Era la una, la alarma sonaba, corrí, mi abuela me estaba esperando con una extraordinaria sonrisa y me abrazo, me dio un beso. Teniamos que ir rapido porque teniamos que comer, volver al colegio hasta las tres y media. El viaje de vuelta fue un segundo, no se porque pero ese día teníamos cocido mi comida favorita, pero sin comerlo ni beberlo en vez de sopa de fideos había sopa de pan. La cosa más repugnante que habías probado mis papilas gustativas, esa viscosidad en la boca y con ese sabor a cocido eran repugnantes. Tuve el berrinche más grande que recuerdo, llore, patalee, grite, hice todo lo que estuvo en mi mano para que me hiciera sopa de fideos. Pero mi tia ese día fue inflexible , ya a punto de tocar la hora con los ojos hinchados de tanto llorar y con el hambre que me salía por la boca decidí sin más dilación de volver a comer. Y en ese momento con hambre y sin la rabia de la chiquillada me pareció una comida no deliciosa pero si comible.

Volví al colegio y pase las dos horas siguientes pensando en mis grillos. Esos grillos que mi tio me enseño ha cazar, con una botella de agua se la echábamos en la hura y el pobre grillo salía o moría ahogado, me encantaba ese sonido, el gri, gri, gri, hoy todavía cada vez que lo escucho me relaja.

Mi abuela otra vez estaba en la puerta me sonrió, hoy todavía sonríe y llora, pero sus labios ya no tenían memoria y su mundo se había difuminado en los miedos de infancia, sin ella nada de lo anterior hubiera sido posible. Te quiero abuela.



domingo, 12 de agosto de 2012

Mario Vaquerizo.


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No voy a negar que hace tiempo que admiró a Alaska, no porque este en la tertulia de Federico, que claro esta es un dato importante porque lo admiro mucho.

Todo comenzó una tarde de primavera un día soleado cerca de la calle huertas en una casa inmensa, era de aquellas casas viejas con techos enormes y trescientas habitaciones. En aquella ocasión donde todavía era un adolescente pero tenia pretensiones de ser un hombre me encontraba grabando un corto. El chico y compañero que nos había prestado la casa era un canario muy majo y porque no decirlo muy feo. Estaba expuesto a estética de los 80, declarado bisexual, que a ratos se liaba con la actriz y tonteaba con el compañero de al lado. En uno de los momentos que teníamos de descanso, en una radio escondida en la estantería sonaron los pegamoides, y acontinuacion hablamos de ella. El canario sonrió y lo primero que dijo es que eran los senos más bonitos que había visto, que era preciosa, que era una hembra neumática, así conocí y me presentaron a Alaska, antes de interesarme ella estaba centrado en mi apreciado Camarón. Ese comentario por cosas del destino se me quedo grabado, ¿para que necesitaría ese dato? Seguramente para nada, pero esa son las cosas que la mente tiene y que no te puedes explicar.
Ha pasado tanto tiempo, es increíble, y ya encima se acabaron los momentos donde soñaba con ser director de cine.

Por curiosidades del destino, después de pasar un extremo camino, donde me encontré muchas veces solo, el mundo volvio a fluir como el que no quiere la cosa, esa presion que sentia desaparecio y me encontre de bruces con Steve Jobs, que me cambio el mundo que conocia y me introdujo a un universo donde todavia estoy inmerso, tener todo a toque de dedo. Como ahora mismo que estoy sentado tomando un cafe y escribo letra a letra con mis pulgares. Pero despues de estos desvarios, de estas confusiones de extramundo, solo puedo decir que me volvi, sin prejucios.


Asi pues sin mas locura que la del corazon me dispuse a leer el libro de Mario, empece a leer su auto entrevista donde dibujaba a un ser humano magnifico, con una personalidad muy profunda. Me declaro adicto de su personalidad y me enamore sin complejos después de las dos temporadas en la Mtv. Me di cuenta del valor intrínseco que tienen, en un momento le preguntaron a él una cuestión que muchos hubiéramos rehusado, pero el lo que hizo fue dar sus opinion sin tapujos, sin presiones, solo lo que su corazón dictaba.

No voy a negar que las personas con esa rasgo tan marcado de carácter me atraen muchísimo, siempre me ha gustado la gente que expresa lo que su corazón le dicta, como esos sabios que no tuvieron miedo afirmar pensamientos distintos a los que habia en su tiempo. Ya, después, con el tiempo te das cuenta de que tenemos muy pocas opiniones libres siempre están supeditadas y vinculadas a otros. Nadie habla de todo lo que quiere, puede ser por miedos sociales, por miedo de hacer daño a tu gente, bueno un sin fin de cosas, solo los hombres así son capaces de cambiar el mundo.


Después de leer el libro, quien tenga curiosidad de transcender al personaje le recomiendo su obra, es un experimento maravilloso que se compone de dos partes la primera es una autoentrevista, las preguntas que el mismo se hace y se responde así mismo dando un punto de vista transgresor y intuitivo . La otra parte son preguntas que el responde con la misma sencillez y punto de vista.
Si queréis conocer su verdadera naturaleza comprar el libro

jueves, 2 de agosto de 2012

De la existencia de dios

Una soleada tarde de invierno mi nieta me vino a visitar, me estaba tomando un café americano con azúcar, mi niña se tomaba un zumo de naranja. 
La conversación fue derivando por los Cerros de Ubeda, del cotilleo habitual a la historia de España. Llegamos a un punto caliente, el calor se empezaba a notar en sus mejillas, la voz se le notaba exaltada. Y entonces llego una pregunta que me dejo sin palabras:

- Bu, ¿tu crees en dios? - Las palabras no corrían a mi garganta, era complejo decir algo, sus padre era muy religioso, y atisbaba problemas.

Pero después de pensarlo, de darles vueltas, de intentar salir de la situación airoso, me puse el mundo por montera y me dispuse a exponerle mi pensamiento.

- Mira es un tema difícil, hay gente que dice que si y otra dice que no.

- Pero, ¿tu que opinas?

- Te voy a poner un ejemplo; Imagínate que unos hombres de la edad de piedra tuviera la oportunidad de viajar
a la edad actual. ¿como se sentiría?, ¿nos atacaría?, o ¿nos adoraría como a dioses?

Ella me miro con cara confundida, sin entender muy bien donde quería llegar, le deje unos minutos para que se diera cuenta. Su cara cambio de la consternación a la euforia.

- Lo que quieres decir Bu es que si ellos vinieran aquí pensarían que somos dioses por que su mundo es tan distinto que tendrían miedo de lo que ven.  Dios va cambiando con cada civilización, ahora para nosotros dios tiene ese carácter empírico, no encontramos respuesta en la ciencia, en nuestro momento el Bing Bang es todopoderoso. En nuestra era es cada vez mas difícil retratar a un dios.  Es extenuante pensar que dios pueda ser a nuestra imagen y semejanza. Un dios como tal tiene que ser el creador, ese al que nos encomendamos para que nos ayude.

Mi mirada parecía sombría, como dándome cuenta que todo en lo que había creído en toda la vida no tenia sentido. En este momento cuando no me acordaba porque dios no estaba en mi vida recordé ardientemente ese momento donde el mismo me abandono.

- Bueno mi niña, dios es todo y no es nada, es el comienzo y es el fin, es ese enigma que queremos comprender pero no podemos, es la vida y la muerte. Es el amor que siento por ti es la sorpresa de que hay una incógnita y no sabemos cual es.

Ella se quedo pensativa, no dijo nada, se apago el murmullo que tenia en los labios y simplemente me sonrío. La di un beso, se fue lentamente en su scooter de 50cc pero me dejo ese vendaval en mi corazón.

jueves, 26 de julio de 2012

Viaje a tu interior.

Hay veces que sientes que a tu vida le falta ese ápice de riesgo, esa locura que te hacia sentir vivo, los años pasan y sientes que la muerte esta cerca. En ese momento te das cuenta de que tu periplo no esta siendo como quieres, que te falta ese subidon de adrenalina que te hace estar vivo. Ya no había esa emoción diaria que te hiciera sentir que todavía estabas aquí. Pero por casualidades de la vida un día sin querer escuchas una conversación en un bar, en la calle o en la radio, y te das cuenta que te esta esperando esa posibilidad para soñar, para vivir, para amar, mas allá de lo que te hubieras imaginado.Sueñas con viajar con tu vieja custom, si, esa que esta aparcada en la vieja casa de tu abuela, y que perteneció a aquel hombre canoso, que ya no recuerdas ni su nombre, te envuelves en un mundo nuevo, y te encaminas tranquilamente a la acción ridícula de hacer lo que tienes que hacer; arreglarla.Que aquella noche a las de 2 de la madrugada cuando piensas que nadie duerme y gritas ¡EUREKA!. Parece lógico pensar que el trabajo de meses se ha visto culminado en una abrir y cerrar de ojos, y te dispones sin pensar en montar esa vieja burra
que te llevara a cumplir ese sueño que tienes: Recorrer el mundo.Empiezas a soñar con mapas, patrocinadores, recambios y mas cosas que te hacen dormir con un sueño que se torna imposible por la magnitud de la cobertura que deseas realizar, y cuando pasan los años, has vivido tus mejores años realizando sueños que jamás realizaras, pero te sientes afortunado de poder decir que luchaste por ello. En tu lecho de muerte cuando los años ya no tengan importancia, donde estés en paz hasta con el mismo diablo: sonrieras. Por que hiciste una labor a la humanidad, abriste rutas que se pensaban que no existían y serás uno de los conquistadores del nuevo mundo, conquistaste tu alma, la pasión que viviste, esa sensación incontrolable de hacer leyenda, de ser recordado por los soñadores de antaño.