lunes, 1 de septiembre de 2014

Tal día como hoy me puse a escribir.



Solo el sol me ciega la vista, hace mucho que tengo los ojos del alma bien abiertos, para sentir, amar y pensar. La mar desgasta y cambia los pensamientos dulcemente. Lo que ayer era una verdad ineludible, hoy es una gran mentira que no puedes sentir. El objeto más preciado que se puede tener son montañas de oro, pero no lo amarás como a tu propia sangre. Como un águila real vuelo sin horizonte, hasta posarme en una rama y pensar que el tiempo transcurrido es la respuesta a muchas preguntas. Escribir raíces de mi vida para asentar el árbol donde se posa el águila da sombra a mis hijos y sentir la respuesta en las letras escritas.


Frente a la máquina de escribir las teclas sonaban con un sonido hueco y un ligero eco. El margen izquierdo tenía una sangría a tres centímetros del papel. El folio dejaba ver al trasluz un galgo volando, con patas delgadas y una cabeza afilada. Un papel grueso de noventa y cinco gramos. Tomaba notas en las cuartillas azules, con mi vieja parker 51 que me había regalado mi mujer antes de cumplir los votos. Funcionando como el primer día, el émbolo seguía absorbiendo tinta con la fuerza de un succionador industrial. Siempre preferí la tinta negra de parker, era bastante mas oscura que la competencia.

Después del típico ritual religioso que realizaba para exponer mi pensamiento, el teclado de la máquina de escribir se quedaba quieto, parecía roto, las letras estaban paralizadas. Las musas de los poetas se quedaban a las puertas de mi habitación. Y muchas veces en el viejo sillón orejero con mis pantuflas, pijama y máquina de escribir entre las piernas salían palabras solas. Yo no quería denunciar nada, quería ser como los buenos vallenatos aquellos que cantaban con el acordeón rompiendo corazones y alzaban ánimos. Después de años me di cuenta que la verdadera inteligencia llega cuando tu humildad te demuestra la ignorancia, es el momento cuyo descubrimiento te lleva a la llamada paz interior. Los conocimientos sin base filosófica hacen gentes vacías, yo prefiero a los humanos. Esos que centran su amor en aquella flor desvalida que ha salido en medio de los cardos, reverenciando su belleza, admirando su frágil fuerza y como premisa suprema demostrando amor hasta por las hienas.

Inexplicable paradoja de los caminos del sabio que curiosamente llevan a la filosofía zen donde la mente mas intuitiva superaba a la intelectual en la mayoría de las ocasiones. La dolorosa transformación de sentir, amar y pensar eran las respuestas psicosomáticas a un cambio tan radical que otorga nuevas estructuras intelectuales al hombre. Y que te hacen ser mas humano. Y así, tal día como hoy empezé a escribir para dar sentido al código encriptado que tenía en mi corazón.


Dedicado a Sonia, Rubén y Mikel. Que el bien triunfe sobre el mal. Y que los hombres dejen 

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