miércoles, 24 de diciembre de 2014

A mis treinta y tres. Mi psicoanálisis.








Son las seis de la mañana, mi mujer duerme, mi niña también. Hoy es mi cumpleaños, es Navidad. Reflexiono y sobre esa reflexión rumio diferentes posturas, una de ellas es pedir perdón con absoluta vehemencia, por el daño innecesario que hice hasta llegar aquí, es Navidad, buena época para expiar todos los pecados. Muchas veces lo hice queriendo (las menos y hace tiempo) otras sin querer, ya hace mucho que no pierdo el tiempo en perder el tiempo, lo malo e innecesario es mejor apartarlo. Estoy nervioso, muchos pensamientos y sensaciones se agolpan en mi estómago, garabateo en la moleskine, una de mis ocultas obsesiones es pintar violetas con mi parker cincuenta y uno negra. Hago cientos de líneas, incluso miles. Las regarabateo, las perfilo obsesivamente hasta que son más un borrón que una bella flor. El cuco del movil dice pi-pi con exactitud inglesa, las siete de la mañana. La calefacción esta apagada y las manos quedan inservibles como entumecidas. El sol me da los buenos días, la mañana esta despejada, las nubes son inexistentes pero paradójicamente hace mucho frio. Dejo mi estilográfica cuidadosamente en la mesa, rozando con suavidad su cuerpo con el paño depositado en el cristal para no rayarla. 


Hace tres años empece este proyecto, sin ambición, con una constancia rara,  porque me aburro rápidamente de todo, es un proceso que llevo realizando desde que soy consciente de ser un ser humano. Cientos de historias archivadas en cuadernos de preescolar sin terminar, sin principio ni final, muchas de amores, otras de sentimientos y sobre todo de emociones. Sigo teniendo varias pasiones que no han variado con el tiempo sobre todo las plumas estilográficas, los libros, Camarón y Carlos Vives. Las primeras ideas llegan a mi mente, quiero escribir pero todavía no se de que, ni de quien. Asoma en mí el pensamiento de la duda.



A mis treinta y tres años más de media vida para muchos, oportunidad indescriptible para soñar despierto para otros. Tantas cosas por hacer, tan poco tiempo para realizarlas. Un miedo a no completar la misión, miedo a morir y no poder protegerla. Miedo a que este sola y no tenga quien la cobije. Miedo a que nadie le pueda poner su manta por la noche. Miedo a no leerla un cuento. Miedo a que tenga miedo, que su corazón puro se vuelva tiránico porque el sufrimiento crea odio, el odio construye al hombre sin miedo. El miedo a que te hieran crea la protección innecesaria de combatir hiriendo, esa ha sido la mejor manera de crear verdaderos monstruos a lo largo de la historia. Miedo a que nadie de su vida por ella. Miedo a su dolor. Miedo al simple miedo. Miedo a la sobrecogedora transformación que va tener mi cuerpo por el paso inexorable del tiempo, mi pecho se volverá cano, mis músculos irán desapareciendo, mis manos se irán perfilando huesudas como hilos, que me recordarán el final de mis días.



Por el rabillo del ojo veo mis libros, mi escritorio, mi bien más preciado. Unos cuantos libros firmados, más de cuatrocientos volúmenes. Pero mis ojos están mirando a uno de mis libros favoritos, "cuentos y fábulas de la India". Lo compre hace mucho tiempo, fue por un euro en la feria del libro, sus solapas son naranjas y muestran a un yogui en postura de loto en la portada. Ese fue el comienzo, sobre las enseñanzas maestro alumno. En todos los cuentos, fábulas e historias que he creado, en todas hay preguntas que buscan respuestas. Las repuestas en muchos casos las puede resolver el tiempo, el mas sabio de los consejeros, en otras enseñanzas milenarias de padres a hijos. Abruma pensar que nada es original que todo es obsoleto, el ser humano ha sentido dolor, amor y desconsuelo desde el nacimiento de la humanidad. Desde antes de La Iliada de Homero o desde los jeroglíficos egipcios, se siente y se escribe, cuan estupida necesidad. Cualquier cosa escrita hace mucho que ya no vale nada, la originalidad se termino con el primer pensamiento del hombre. Aún así sigo amando con desbordada pasión la poesía en prosa, la lírica antigua donde lo escrito es igual de importante que lo que se dice.


Los tachones y las rectificaciones se suceden con mucha rapidez. El placer romántico del sin querer, de sentir algo que te sale de las entrañas y quiere ser expulsado. Pasan los días y a esa difuminada idea se le suman más apuntes y mas garabatos. Por arte de magia las ideas se hilan y poco a poco el mapa se empieza a perfilar, las ligeras colinas se hacen montañas inescalables. Lo más doloroso que hay en el mundo es apartar a tu hijo de tu lado, mirarlo desde la distancia para corregirlo. Sabiendo fehacientemente que todo él, está impregnado de verdades sobre ti. Cincelando todas las virtudes y muchas más miserias que tiene lo que creas. A mis treinta y tres años ni uno mas ni uno menos, escucho las palabras como una bofetada, llega la verdadera vida. 
Mi hija grita con todos sus pulmones: 

Donde esta mí papa. Entra en el despacho y me dice:

 !!!Papa felicidades¡¡¡ Mi mujer me sonrie .


El psicoanálisis absurdo que he tenido cerca de tres horas redescubre su verdadero sentido. Mientras tienes vida hay esperanza.

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