sábado, 31 de octubre de 2020

Carta de amor de un orco a una elfa.





Melkor estaría orgulloso de sí mismo, de dotar de sentimientos a una criatura diabólica, fea, deforme, concentrando toda la maldad en su rostro. Las segundas oportunidades nunca fueron baladí, el azar no estaba entre los dones que otorgaban los dioses, revelarse no como una copia de otros, sino como otro alma en resurrección, era un acto loable que ni muchos elfos hubieran sido capaces de lograr. Envalentonado por el amor, vino a verme, lo vi en la lejanía, con una rapidez inusitada mi espada hizo su trabajo. Su cara distinguía una sonrisa, no se si sería felicidad por atreverse a salir de su sucio escondrijo. Apretada entre sus manos, próximas a su corazón, estaba aplastado un papel grueso con símbolos, con una caligrafía sucia llena de signos incoherentes. Me quedé perpleja, mire con una renaciente curiosidad. ¡Podría ser verdad! Era increíble, nunca pensé que esta clase de bestias tuviera un alfabeto.  La curiosidad me pudo y pasé largos siglos preguntando, los viejos elfos conocían el lenguaje, pero muy pocos lo entendían. Tuve que andar, salir de la tranquilidad de Rivendel, tenia que encontrar a un elfo llamado “Bartar”, había sido capturado por los Orcos, fue apresado por largos decenios, había sobrevivido milagrosamente, decían que había aprendido la lengua negra y me la podría traducir. La cara de sorpresa de “Bartar” fue mayúscula, su cara elfica se había vuelto ruda, aunque en esa rudeza había una belleza distinta que me llenó de gozo, llevar varios siglos viviendo con enanos le había trasformado. Descubrió sorprendido que los orcos podían hacer algo más que realizar daño. Empatizaba con este ser diabólico, me atraía, me dolía que le hubiera tocado pagar con la moneda más alta, le debía por lo menos averiguar que decía ese papel. Nunca imaginé su contenido. Yo, “Mirime” tengo que agradecerle todo a este ser infernal, por amor murió y amor me trajo. 


Traducción de la Carta de amor de un orco a una elfa


"Minas Tirith


Se que soy una bestia, que mi corazón es más negro que el dragón Ancalagon creado por nuestro señor Morgoth. Que mis dientes son puntiagudas sierras cortantes que desgarran y cortan todo lo que puedo comer. El hambre se adueñó de mi, rocé la locura, comer a mis propios hermanos hubiera sido la peor de las bajezas, solo los más viles de entre nosotros lo hace, por ti mi dieta son sólo insectos, refugiado en una oscura cueva, repudiado por todos, eres mi única esperanza. Aunque te parezca paradójico eres mi única e indiscutible razón de existir, si tu me lo dijeras, solo con un susurro de tu voz, yo daría mi vida por tí, mi sangre negra se estremece cuando sales por el bosque a cantar y hablar con los árboles. Con tu canto das vida, alegría y esperanza en la desazón, a todos los seres del bosque. Cuando tengo frío recuerdo tu canto y rápidamente viene a mí el calor. Lo que más me gusta de ti son tus palabras cantarinas, se las das a quien las necesita y consuelan a quien las busca. Nosotros estamos limitados, lo que dicta mi corazón no puede ser expresado, la lengua negra es arcaica, me cuesta mucho expresar lo que siento. Nuestro señor Bauglir no le dio importancia a las vicisitudes de un orco enamorado. Amas a todos los animales o plantas, en definitiva a todo, por eso me siento algo amado por ti. Que dulce ironía, que estes tan cerca de mi y a la vez estes tan lejos.


El otro dia te pusiste una flor en el cabello, se vislumbró, tu oreja puntiaguda, la carne sobresalía deliciosa. ¡Qué sorprendente similitud! Somos iguales e diferentes, tu eres hermosa, ágil, valiente, inteligente y bella, en definitiva única.  


Nunca te lo he contado, pero soy un proscrito, por un viejo camino te vi, sonreías a un honorable caballero, creo que un rey de los hombres. Yo tenía la misión de no ser visto, de observar como un buen cuervo. Abandoné todo sentido, de ser el más vivaracho de mis hermanos, me apoqué y me volví el más retraído. Solo pensaba en ti, en tus hermosos y carnosos labios, tus enormes ojos verdes eran el reflejo del lago Kheled-zâram en los hermosos y cortos atardeceres. Tu pelo largo estaba trenzado, engarzado con una sencilla cuerda. Dejé a mi regimiento, en una de las paradas en la cual protegíamos a unos cortadores de leña, me fui, sabía que ya no volvería, por que la deserción se pagaba con la muerte. No había otra manera, nadie había sido perdonado, las acciones en el mundo de los orcos siempre tienen una reacción. Apesadumbrado estaba, nunca había escuchado que ninguno de mi especie se hubiera enamorado de una elfa. Te esperé, rogando que volvieras a ver al señor de Reyes, mi paciencia fue recompensada, aquella tarde te volví a ver, vi un destello en tus ojos, me miraste directamente, fue solo un segundo. Pensé atontado que te estarías preguntando porque estaba totalmente tapado, solo mis ojos se mostraban, este disfraz me hacía pasar por humano. La calidez de tus ojos me llenó de valentía, en ese preciso momento podría haber desafiado a Gandalf o luchado por tí ante el mismísimo Hranduil rey de los elfos. Te seguí, fui tu sombra por muchas lunas, a veces tenía la impresión de que mirabas para atrás, decían que los elfos no podían ser perseguidos, que un sexto sentido los prevenía. Me descubrieron unos hombres y envalentonado por ti, no fueron rival para mi, se que no lo debería haber hecho, si te enteraras no te gustaría, pero mi naturaleza es una y no puede ser cambiada. Siempre iba a un día de ti, preguntaba a las bestias, nuestros silenciosos espías, arriesgando mi propia cabellera, cualquier pregunta incómoda podría delatarme. Cuando entramos en Rivendel, el mismo bosque pareció erizarse contra mí, lo notaba incómodo. Me imagino que era la sorprendente manera de recibir a un Uruk-hai, sabían que tenían un nuevo visitante.



Te vi bailando, el bosque de cicutas entonaba con tu pelo, tu piel contrastaba con los bellos colores de las flores, cogiste con tus manos de porcelana una flor, con tu canto segregaron un perfume que llegaba hasta donde yo estaba. Desde mi refugio te veía, la cueva más oscura, húmeda y lejana de ti. Quise gritarte, decirte algo, expresar todo el amor que llevaba dentro, pero solo hubieras escuchado un ruido nauseabundo. Me di cuenta que eso nunca ocurriría, que siempre me verías con repulsión, aunque mi alma te veía como un ángel, no podía cambiar el hecho principal, somos enemigos, antónimos creados por Belegurth, para burlarse de vuestra belleza. Era el momento de ser valiente."





P.D. Me sentí culpable, el más venerable de los orcos, por nada dio todo, su amor será bendecido por los “Valar”. Mis hijos Eruwaedhiel y Yahehtedainen al conocer su historia pensaron que debía ser contada, para que tal historia de amor nunca fuera olvidada.


Valar: Dioses del señor de los anillos.

Lengua Negra: Idioma de los orcos.

Uruk-hai: Razas de orcos.

Kheled-zāram: Hermoso lago.

Rivendel: Es la casa de Elrond, el medio elfo(union entre elfo y humano), habitada por Elfos al oeste del El bosque negro.

Melkor, Bauglir, Belegurth o Morgoth: Primer señor oscuro.

Ancalagon: Dragón negro.

Badar:Jesus en nombre elfico.

Mirime: Charlene en nombre elfico.

Eruwaedhiel: Isabella en nombre elfico.

Yahehtedainen: Alejandro en elfico.

No hay comentarios: